¿Cambiamos a los diputados solo porque llevan mucho tiempo?

Si hay gente que lo está haciendo bien, ¿por qué no darles otra oportunidad? Sé que no es tan fácil encontrarlos, pero más de alguno lo está intentando.

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01 April 2017

En las últimas semanas de este año preelectoral (estamos a menos de un año de los comicios para elegir diputados y alcaldes) he visto, principalmente en las redes sociales, publicaciones y comentarios negativos hacia los legisladores que llevan “mucho tiempo” en la Asamblea.

Algunos partidos limitan el número de veces que alguien puede ser diputado. El FMLN establece un máximo de tres períodos legislativos consecutivos, aunque posteriormente podrían volver a postularse. En otros es posible la elección indefinidamente, siguiendo el proceso interno establecido.

En el caso del oficialismo, quienes deberán dejar su curul son Norma Guevara, Medardo González, Lorena Peña, Santiago Flores, Jaime Valdez, Jackeline Rivera, Guillermo Mata Bennett, Yohalmo Cabrera y Margarita Rodríguez.

Dentro del principal partido de oposición, personas como Johnny Wright piensan que limitar los períodos de diputación está bien. “Creo que eso es algo muy sano para un partido político y es algo que podría explorar ARENA”, dijo el 14 de febrero en la entrevista del Noticiero Hechos.

Estoy de acuerdo en que la renovación es saludable, pues da la posibilidad de nuevos aires y ayuda a evitar el aburguesamiento en el poder. Sin embargo, la discusión de fondo no debería centrarse en el simple “limitar para renovar”, como si mejorar la calidad de nuestros diputados, o quitar el descontento de la gente con el Legislativo, se encuentra en ese proceder.

Regresando a las críticas hacia los “viejos” en la Asamblea Legislativa, el argumento más utilizado suele ser el del tiempo: es hora de cambiarlos, simplemente porque ya llevan mucho.

Lo más justo es evaluar su trabajo para tomar una decisión. Si hay gente que lo está haciendo bien, ¿por qué no darles otra oportunidad? Sé que no es tan fácil encontrarlos, pero más de alguno lo intenta.

Algunos criterios de medición que nos pueden orientar son la asistencia y puntualidad en las plenarias o comisiones, iniciativas de ley presentadas, leyes por las que han votado y si estamos en acuerdo o desacuerdo con ellas, número de asesores versus resultados concretos y buen uso de los recursos públicos.

Sobre este último punto, hay gastos necesarios para realizar el trabajo y otros que, en la situación económica de nuestro país, son dispendiosos. De entrada, las próximas elecciones debemos estar más atentos que nunca para que no utilicen recursos públicos para financiar su campaña, por ejemplo, usando vehículos del Estado al desplazarse a sus mítines.

En cuanto a los viajes al extranjero, este viernes 31 de marzo publicamos en El Diario de Hoy que la Junta Directiva del congreso autorizó a 18 diputados a viajar a varios países de Europa, África, Norteamérica y América Latina, asignándoles un total de $46,306 (sin incluir el costo del boleto) en concepto de viáticos para usarlos en misiones oficiales realizadas solo en febrero del presente año.

Recomiendo leer la nota (que se puede consultar en elsalvador.com) para conocer todos los detalles de los montos y los nombres de los diputados que recibieron de nuestro dinero para costear sus salidas. Debo remarcar que, tristemente, la información de viajes al exterior de enero y febrero aún no ha sido publicada en el Portal de Transparencia de la Asamblea, ni los montos que cada uno recibe en concepto de boletos, viáticos y gastos terminales.

Conocemos los datos gracias al informe de la Directiva del Congreso, sobre la “ejecución de recursos asignados al Fondo Circulante…”.

Si concluimos que alguien no ha hecho bien su trabajo o no estamos del todo satisfechos, y hay indicios fundados que ponen en duda su probidad, recomiendo ser poco “misericordiosos” y no darles el voto. Por fortuna, podemos elegir por rostro.

Y si decidimos que vale la pena votar de nuevo por alguno, no esperemos a que finalice su periodo para realizar otra evaluación: debemos fiscalizarlos constantemente –cada vez hay más organizaciones de ciudadanos que apoyan en esta labor- y apuntar sus fallos, para no olvidar ni caer en el engañoso encanto que sale a relucir en la campaña.

*Periodista. jaime.oriani@eldiariodehoy.com