Cuando buscamos “optimismo” en el diccionario de la Real Academia Española nos encontramos con que presenta dos designaciones: la primera es “la propensión de ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable” y la segunda se refiere a la doctrina filosófica que implica que el universo sustenta la mayor perfección posible. Cuando tratamos de relacionar las dos definiciones nos damos cuenta que el optimismo se convierte en un valor en sí mismo.
Al considerar el optimismo como un valor, las personas que disfrutan de esta cualidad, tienden a relacionar las dos acepciones antes descritas de manera que esperan lo mejor y saben que las circunstancias se presentarán de modo que sean siempre favorables.
Entonces, ¿de dónde proviene y qué significa el término “optimismo trágico”? Es precisamente en la logoterapia, una psicoterapia desarrollada por el psiquiatra Viktor Frankl, prisionero de los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, y que fundamenta su funcionamiento en el sentido que le damos a las situaciones en particular y a la vida en general; en donde encontramos las primeras bases para la definición de este “optimismo trágico”.
Viktor Emil Frankl, cuyas investigaciones psicológicas se han nutrido de una fuerte tendencia filosófica, definió que el principio promotor de todos los seres humanos es buscar el sentido de las situaciones que experimentamos, de las emociones que sentimos y, por tanto, nuestra vida se encuentra en constante búsqueda del sentido. Sin embargo, en ciertas circunstancias este sentido de la vida se disipa y puede llegar a perderse, haciendo así que perdamos toda intención de seguir viviendo, llevándonos a eventuales desenlaces catastróficos.
El doctor Frankl determinó que una “triada trágica” era la amenaza principal en la búsqueda del sentido en la vida. Esta triada trágica está constituida por el sufrimiento, la culpa y la muerte. Si nos consideramos afortunados, algunos de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, experimentamos uno o más de estos componentes. Las personas menos afortunadas, por el contrario, viven con el sufrimiento constante, la culpa inmerecida y la inminencia de la muerte, en una sociedad que les impide encontrar sentido a sus existencias, creando para ellos un mundo trágico de sin-sentidos. Eventualmente, y en forma inevitable, todos experimentaremos la muerte, que se ha convertido de ser un paso natural al final de la vida a ser catalogado como un componente final de esta “triada trágica”.
Frankl cree que es posible transformar esta triada trágica en algo positivo, situación que él denomina “optimismo trágico”, pero no un optimismo que aparezca en el momento del sufrimiento, la culpa o la muerte; sino uno que se fundamente en bases solidas para que cuando estos componentes trágicos se presenten, estemos en buena disposición de enfrentarlos y no perder el sentido de la vida.
La logoterapia, o terapia basada en el sentido, no nos dice que el sufrimiento, la culpa y la muerte sean necesarios para encontrarle sentido a la vida. Nos dice que se puede vivir a pesar de las condiciones adversas y que, aun a costa del sufrimiento constante, la culpa inmerecida y la inminencia de la muerte, la vida sigue teniendo sentido.
*Médico y colaborador de El Diario de Hoy