Hay regalos de regalos: la diferencia es el cariño

Muchos regalan libros. Un buen libro perdura y además se lee por días y días. Un buen libro enseña, hace del lector una mejor persona, nos hace pensar, nos entretiene y divierte.

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Por Mirna Navarrete

14 December 2017

Muchos regalan libros. Un buen libro perdura y además se lee por días y días. Un buen libro enseña, hace del lector una mejor persona, nos hace pensar, nos entretiene y divierte.

Es muy tarde para dar ideas sobre regalos navideños, pues o ya se han comprado o las personas hacen el esfuerzo de última hora para adquirir corbatas, lociones, pañuelos, botellas de vino y lo que no demanda ni mayor esfuerzo ni gran imaginación.

Hay regaladores de regaladores. Nadie queda mal obsequiando a la esposa un bolso Chanel de tres mil dólares o al esposo un Ferrari Testa Rossa. Pero como dice una canción alemana favorita entre parranderos: ¿Quién tiene tanto dinero para eso?

Hay que poner los pies sobre la tierra y ser prácticos. Volviendo a los alemanes, la costumbre no es “sorprender” con un regalo, sino agradar, cumpliendo un deseo: ¿Qué quieres para Navidad, mi vida? Pues mira, lo que me hace falta y me ilusiona es un suéter celeste… y suéter celeste es lo que se desempaca la Nochebuena.

Muchos recuerdan que en la Navidad tenían “estreno”, usualmente la ropa del hermano o la hermana mayor que les quedaba, o los juguetes que el primo había recibido para su cumpleaños pero que ya no lo entusiasmaban. Y hablando de juguetes, todas las familias deben recoger los que no quieren sus hijos, para pasarlos a niños a quienes, “por sus múltiples faenas, no visita Santa Claus”. Muchas señoras se dedican a recolectar juguetes para repartirlos luego. Y siempre se puede regalar una pelota a un niño…

Hay estrategias de estrategias. Regalar una botella de vino, galletas de calidad, un vale para comer pollo o entradas al cine tienen la ventaja de ser obsequios que siempre se utilizan, que no terminan pasando de mano en mano, año con año, como las corbatas que a nadie encantan y que, además, ya no se usan tanto. O los marcos de fotografías. O la figurita de porcelana. O el elefantito de latón. O el cuadro de la niña con los grandes ojos llenos de lágrimas.

¿Les parece enseñarle

algo útil a un joven?

Muchos regalan libros. Un buen libro perdura y además se lee por días y días. Un buen libro enseña, hace del lector una mejor persona, nos hace pensar, nos entretiene y divierte.

En lo posible, para evitar leer los malos libros, la literatura basura, hay que irse a los grandes clásicos, a lo mejor de la producción europea, estadounidense, hispanoamericana. Las comedias griegas y romanas, la literatura humorística inglesa como asimismo los clásicos norteamericanos, desde Allan Poe hasta Ken Follet, son apasionantes y enriquecen al lector. Hay que evitar algunos libros que dicen ser motivacionales, los de teosofía o las escribideras regionales; también se puede regalar buena música: guitarra flamenca, conciertos de Mozart, operetas.

Desde muchos puntos de vista la literatura, como la buena gastronomía, ayuda a las personas a salir de la aldea mental, a atisbar horizontes más hermosos y ricos, a comprender mejor la vida y a fortalecerse para resistir desgracias y avatares.

Hay regalos intangibles pero que pueden ser muy valiosos, como cuando a un joven se le enseña a hacer cosas útiles, o se le lleva a conocer algún lugar nuevo, a lo que evoque las delicias de lo que fueron los pueblos de antaño. Inclusive a pasar una tarde conversando en la playa.

El mejor regalo es el que lleva cariño, amor, sonrisas y buenos deseos, que igualmente puede valer mucho o costar poco.