La hora de los privados

En todo eso consiste la “hora de los privados”. ¡Que cada quien haga lo suyo de la mejor manera, convencido que los empeños de hoy mantienen vivo el árbol que dará frutos mañana!

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24 March 2017

Cuando digo privados no me refiero a quienes están recluidos en su casa, en un hospital o en la cárcel, es decir, los “privados de libertad” que ahora los hay por decenas. Tampoco designo a quienes, habiendo recibido un fuerte golpe, generalmente en las sienes o en la testa, quedan “privados del sentido”. Le tengo cariño a ese giro del vocablo, pero tampoco aludo a ellos.

Cuando preferimos hacer algo, no necesariamente ilegal, a la vista de pocos, eso también es privado. -“¿Prefiere el privado?” preguntan en los restaurantes que cuentan con salones que le hacen quedar fuera de la vista de los demás. Así, al tiempo que saborean una buena comida, sus clientes se reúnen para tratar asuntos que, sea por la naturaleza del asunto o por la condición del interlocutor, conviene hacerlo pública pero privadamente. Tampoco me refiero a ello.

Privado es la condición de aquello que no es propiedad pública ni estatal. Cuando terminó de pagar el préstamo bancario por su casa o por su vehículo, ambos bienes son suyos, son particulares. A contrario sensu, ni Casa Presidencial ni los vehículos asignados al Señor Presidente serán privados, jamás de los jamases, son bienes estatales. La nación se los cede a la persona que desempeña tan alta función, y solo mientras la desempeñe: no son para que su familia vaya a la playa ni se los podría llevar para Nicaragua, es un decir, una vez termine su período. Al usar el ejemplo del Señor Presidente, el más alto cargo de la función pública, es claro que lo hago para referirme a todos, toditos todos, los funcionarios públicos. Uno de los Secretarios de la Presidencia informó recientemente que hay otros funcionarios que ganan más que el mismo Presidente. ¡Vaya falta de sindéresis! ¿Serán más importantes? Imposible. ¿Más capaces? Muy posible, incomoda decirlo. ¿Con el buen hábito del ahorro? Antes no habría dudado en exclamar ¡qué bien!, pero desde unas poco creíbles declaraciones de la semana pasada, ni de esos buenos hábitos podemos fiarnos.

La observación atenta del comportamiento público desplegado por varios funcionarios gubernamentales, genera una hipótesis de trabajo: ellos (y ellas, por favor, vuélvanse a sentirse incluidas en el genérico) están siendo ganados, a punta de baños de realidad, por la incómoda sensación de inoperancia e ineficiencia. Algunos tratan todavía de vender el slogan de que “el país avanza” pero, mientras declaran, cada vez más se los percibe como si, atrapados en arenas movedizas, se esforzaran por salir: cada movimiento que hacen, en lugar de sacarlos, los hunde más en la ciénaga fangosa del fracaso. Lo peligroso de esto es que las “patadas de ahogados” que dan nos hacen olas a todos. Y lo más peligroso: las defensas psicológicas empezarán a operar más primitivamente: la negación (negar la realidad) y la proyección (no soy yo, son otros) irán configurando poco a poco el acercamiento paranoide a la realidad que ya vivimos antes: “están todos contra mí”. Por eso es importante saber reaccionar, buscar las facetas que nos permitan mantenernos a flote mientras tratamos de avanzar.

La educación, entendida en su sentido más amplio pero también en el específico de escolarización, es ofrecida a los ciudadanos de este país por el Estado, pero también por los particulares. A ello me refiero con la “Hora de los privados”.

Impulsar prácticas didácticas de excelencia entre los maestros de la institución, atender a los resultados que logran los alumnos antes que a las intenciones de los profesores, entender y atender a tiempo las señales que envían los alumnos (niños, adolescentes o adultos según el nivel que sea) de que no están consiguiendo aprender, redoblar esfuerzos porque nuestros esfuerzos tengan éxitos: en todo eso consiste la “hora de los privados”. ¡Que cada quien haga lo suyo de la mejor manera, convencido que los empeños de hoy mantienen vivo el árbol que dará frutos mañana!

¿Y esto a qué viene? Reflexiones a propósito del gran interés mostrado por los directores de centros educativos públicos y privados ante el inminente inicio del II “Postgrado en Dirección Escolar Efectiva” que ofrece ISEADE. Si no lo hace el sector público, que lo asuma el privado: con excelencia, con genuino deseo de colaboración, con compromiso real por la educación del país.

*Psicólogo y colaborador de El Diario de Hoy.