Exhiben las grandes capacidades para fracasar

Los locales están en total abandono, atestiguando la colosal inepcia de los totalitarios para que un proyecto o programa que tomen en sus manos o apadrinen, florezca y aporte al bienestar general.

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Por Mirna Navarrete

12 December 2017

Los socialistas del Siglo XXI creen que al estatizar los medios de producción, robárselos, contarán ellos con la actual aunque golpeada prosperidad del país, que disfrutarán de las mieles del capitalismo, comerán muy bien, que habrá ropa, calzado, vehículos, servicios en abundancia pero principalmente para ellos.

“Los sueños, sueños son”, dijo Segismundo en “La vida es sueño”. Los sueños y las ilusiones son una cosa, la realidad es otra muy distinta.

Parte de esa realidad puede contemplarse en los negocios fracasados, desde cooperativas de desmovilizados hasta una financiera, una aerolínea y otros tantos proyectos. Los locales están en total abandono, atestiguando la colosal inepcia de los totalitarios para que un proyecto o programa que tomen en sus manos o apadrinen, florezca y aporte al bienestar general.

Partamos de un hecho: ellos creen que el comercio es un robo, pues al costo de cualquier bien los comerciantes suman gastos, seguros, pérdidas, mano de obra, ganancias, etc. Y lo de las ganancias es lo que rechazan pues en Cuba los dispensarios no ganan por lo que dispensan.

Por eso no hay comercios en ningún país comunista...

¿Qué sucederá entonces con los hermosos centros comerciales del país, con los almacenes, tiendas, sucursales que además de servir a sus clientelas son un solaz donde la gente va para disfrutar de su vida?

¿Qué sucederá con su personal, con las publicitarias que manejan su propaganda, con los que cuidan, pintan, reparan y dan mantenimiento?

¿Cómo sobrevivirán las cadenas de hostelería que sirven desde hamburguesas y pupusas hasta platos muy refinados, si siendo consecuentes con sus tonterías, racionan los alimentos?

Lo probable es que les pase lo mismo que a los abogados bajo el comunismo: dejan de tener utilidad y los ponen a trabajar como al resto de los iguales, más bien de los menos iguales, pues los verdaderamente iguales estarán en el castillo.

Pero cuando a causa de su colosal inepcia, las cosechas se vengan abajo, las manufacturas desaparezcan, los servicios colapsen (como ya están colapsando y si no lo creen hablen con los médicos y los pacientes de la red pública hospitalaria).

Si no consiguieron hacer funcionar sus negocios, ¿cómo es que piensan vivir en el Jauja pero darle suficiente a los súbditos para que no se levanten y les hagan cosas muy feas?

No olviden lo que le sucedió al dictador comunista rumano Ceacescu y a su mujer, fusilados por sus propios oficiales.

Los jefes pueden fugarse

pero ¿y los cuarenta mil?

 

Cuba es “modelo” principalmente por una razón: como isla puede impedir la emigración como la inmigración, pero como nadie en sus cabales quiere irse a vivir allí, los guardacostas de una vecina potencia se ocupan de que grupos que quieran derrocar a los castristas no pongan pie.

Pero El Salvador no es isla y está abierto a los cuatro costados, lo que vuelve muy improbable que los efemelenistas monten su petit Unión Soviética sin que desde el primer momento el edificio comience a derrumbarse y sus inquilinos a correr riesgo de que los lleven del pelo a los tribunales.

Es posible que los dirigentes logren correrse como Funes, pero ¿qué pasará con los cuarenta mil mantenidos?