Si el pisto no alcanza

La escasez de dineros públicos no tiene su causa únicamente en que no se paguen impuestos, sino principalmente en que se produzca poca riqueza: ahí están las cifras oficiales de ingresos al fisco para demostrarlo.

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17 March 2017

Un error común a la hora de pensar la economía es considerar que en la producción y los negocios, lo que gana uno es porque otro lo pierde. Esa forma de ver las cosas lleva a no pocos a tener un razonamiento parecido al siguiente: si hay más ricos es porque hay muchos pobres, por lo tanto, si hay menos ricos forzosamente habrá menos pobres.

Amén de la concepción simplista de las leyes económicas que demuestra esta forma de pensar, parte de la errónea consideración de que la única riqueza es la posesión de bienes materiales. Como si de un pastel de piñata se tratara, hay quienes piensan que entre más niños haya en la fiesta, menor será el tamaño de la porción que a cada uno le toque… y en lugar de ver cómo se consiguen más pasteles para que alcance para todos, se dedican a echar niños de la celebración.

A esta manera de pensar suelen apuntarse la mayoría de las personas de ideología de izquierda, y quizá por eso es que, en general, tienen alta capacidad para repartir (un hecho que se mira y se sufre, también, porque suelen ser consecuentes con aquello de que “el que parte y reparte se queda con la mejor parte”), mientras carecen de habilidades para la creación de riqueza.

No solo desde la izquierda se dan estos equívocos. Sin ir más lejos, Donald Trump planteó las cosas así durante su campaña presidencial, repitiendo, por ejemplo, aquello de “todo lo que gane México en el comercio con los Estados Unidos es pérdida para este último”. Y le funcionó.

Cuando el comercio es auténticamente libre, cuando hay espacio para la iniciativa personal, paridad de oportunidades y las leyes se aplican a todos por igual, no solo no se agota la riqueza, sino que por medio del ganar-ganar que implican la producción y las transacciones, todos terminan mejor de como comenzaron en el mercado. La reducción numérica de personas ricas y productivas implica, normalmente, un aumento de pobres, y no al revés, como lo ha demostrado con rigurosidad el economista Luis Pazos, en su libro “Desigualdad y distribución de riqueza”.

Es fácil dejarse engañar por consignas como “si eres pobre es por culpa de los ricos”, “si el gobierno no tiene suficientes ingresos, es porque los ricos eluden y evaden”, o “si el pisto no alcanza es porque se lo roban”. Quienes piensan así, y alimentan su “pensamiento” con el combustible del resentimiento social, la envidia o el odio, son sumamente difíciles de convencer de lo contrario. De nada sirven cifras, estudios, estadísticas, si quien las lee se ha blindado a todo lo que no se amolde a su personal (e inexacta) teoría económica.

La escasez de dineros públicos no tiene su causa únicamente en que no se paguen impuestos, sino principalmente en que se produzca poca riqueza: allí están las cifras oficiales de ingresos al fisco para demostrarlo. Si a ello se suma un expendio desproporcionado (que más que de lujos y prebendas, que los hay, es de sueldos y gasto corriente) y una pésima priorización de los gastos, se tienen los ingredientes para una tormenta perfecta.

Pero, como es más fácil echarle la culpa a los “ricos” que señalar la propia ineptitud para administrar, como es más cómodo pensar que los “empresarios” acumulan dinero bajo el colchón en detrimento de las personas pobres, y mediáticamente es más efectiva la denuncia que aceptar equivocaciones, algunos se apuntan alegremente a repetir falacias y patrañas que, al no ser contradichas ni explicadas, terminan por irse convirtiendo, poco a poco, en “razones” y “explicaciones” de la delicada situación económica en que se haya el país.

*Columnista de El Diario de Hoy. @carlosmayorare