El recién pasado miércoles, primero de marzo, las iglesias a nivel nacional no daban abasto a miles de feligreses católicos que asistieron a la imposición de ceniza.
¿Qué significado tiene el Miércoles de Ceniza? Es el primer día de la Cuaresma; es decir, de los 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse para vivir los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo en la Semana Santa. Es una celebración contenida en el Misal Romano, que explica que en la Misa de este día se bendice e impone en la frente de los fieles la ceniza hecha de las palmas bendecidas en el domingo de ramos del año anterior.
¿Por qué se impone ceniza? La ceniza es un símbolo ritual. Su función está descrita en un importante documento de la Iglesia Católica, más precisamente en el artículo 125 del Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, que dice:
“El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. (…) Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto”.
¿Qué simbolizan y qué recuerdan las cenizas? La palabra ceniza, que proviene del latín “cinis”, representa el producto de la combustión de algo sometido al fuego. Esta adoptó tempranamente un sentido simbólico de muerte, caducidad, pero también de humildad y penitencia. La ceniza, como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su fin: “Dios formó al hombre con polvo de la tierra…” (Gn 2,7); “…hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho…” (Gn 3,19).
Durante la Cuaresma se nos invita a profundizar en el ayuno, limosna y oración, que inician los Miércoles de Ceniza.
El ayuno. En la actualidad moderna y tecnológica el ayunar puede ser el abstenerse no sólo de la comida o bebida, sino de otros muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos. Ayunar significa abstenerse, renunciar a algo. Tratar con amor a todos, especialmente a quienes más nos cuesta.
La Limosna. En un momento de particular importancia, Cristo pronunció estas palabras de gran significado: “Pobres... siempre los tenéis con vosotros” (Jn 12,8). Con tales palabras no debemos entender que los cambios para mejorar las estructuras sociales y económicas no tengan sentido y que no se deba intentar diversos caminos para eliminar la injusticia, la humillación, la miseria, el hambre. Cristo nos dice que en la humanidad habrá siempre necesidades que no podrán ser satisfechas de otro modo sino con la solidaridad, la ayuda al necesitado y con hacer participar a los otros de los propios bienes, compartir. ¿De qué ayuda se trata? ¿Acaso sólo de limosna pecuniaria, socorro material? No… También aliviar cuando hay dolor; dar tiempo, tiempo para echar la mano a aquellos que no pueden más.
Oración. Lo más importante. Quizá nos resulte familiar, pero a veces no somos conscientes que orar significa hablar con Dios. Es necesario el comprender la grandeza y dignidad de la oración. La oración personal. Y la oración en Iglesia. La Iglesia llegará tan lejos como la oración de quienes la conformamos. La oración es camino eterno que atraviesa por lo íntimo de tantos corazones.
* Columnista de El Diario de Hoy.
resmahan@hotmail.com