Allá en la fuente no había un chorrito, que se hiciera grandote, se hiciera chiquito, estaba de mal humor, pobre Tavito, se nos peló.
La calor, una de las malditas causas de la muerte de Gustavito. Puro descuido, y las autoridades del zoo nos querían dar atol con que murió a picahielazos. Más pólvora al fuego, saliendo el país a bailar otran vex, como el más peligroso del mundo, en el que hasta los hipopótamos pagan el precio.
Buczo con el juicio de los susodichos, don fiscal, por el daño incalculable provocado por sus falsas declaraciones. Con razón el FMLN apareció más hundido que nunca en la encuesta de La Prensa.
Pero ahora no hablaremos de política, y he dicho sobre Gustavito; hablaremos de la calor. Curioso, los salvadoreños le asignamos sexo femenino al fenómeno climático, que en Centro América sucede con mayor furia entre el equinoccio de primavera (marzo 21) y el solsticio de verano (junio 21).
Al preguntarle por qué “la calor” lo tenía sofocado, al que vende tickets a $2 en el parqueo del malecón del puerto (gringo le mentan), pela su diente de oro y dice: “porque si la calor no amolara, fuera hombre”.
Mi termómetro corporal lo detectó. La calor a Cuscatlán ingresó, a mediodía del Miércoles de Ceniza. Con razón tantas frentes con cruces chorreadas.
De ahora, hasta que El Niño decida cuándo va a llover, la calor será sofocante; será tiempo de noches de vuelta y vuelta como pupusa en comal, de ríos y presas pachitas, de máquinas sudadas en el gimnasio, de piscinas como que estás nadando en sopa.
Hablando de gimnasios y piscinas, en esta época llenos de renovada resolución, en busca de fisiquear en Semana Santa. Será psicológico, pues físico no se consigue de aquí al 8 de abril.
Pues fijate, gringo, que la calor no amuela, sino que endulza, la melodía de muchas cajas registradoras. “Hoy en verano despachamos más galones”, me contó Pedro en la Texaco. “Y además de gasolina, viera cuánto hot dog y cerveza se vende”.
¿Se han fijado cómo ha cambiado la publicidad? El Regreso a Clases y el Valentine’s, le dieron paso a verano. Y como bien lo afirma Pedro, es época de bebidas hidratantes/embriagantes y de comer. También lo es de calzonetas, barbacoas, flotadores, cremas bronceadoras, sandalias, repuestos para tu perol, y de bombardeo de ofertas de supermercado y farmacias. Beach mode ON.
Muy pronto, las trabazones hacia El Tamarindo, El Cuco, Jiquilisco, Costa del Sol, el Puerto, Sonsonate y Ahuachapán estarán llenas de ventas y tapizadas de comprame, tomame, comeme.
Totalmente justo y necesario que las empresas apliquen su músculo mercadológico para al fin sacar del rojo sus cajas registradoras, y así tener un Black Semana Santa.
Lo que les pido es que lo apliquen respetando a nuestro estresado medio ambiente. Un reciente estudio de nuestros hábitos de consumo revela que los centroamericanos preferimos marcas que persiguen la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, razón por la cual existe el riesgo de rechazar marcas que tapicen de plástico las carreteras.
Un amigo ecuatoriano de mi hijo, por primera vez en El Salvador, le dio like a las pupusas y a las cheras, y hate a la basura, sobre todo la cantidad de plástico dándole la bienvenida.
Hago un llamado para que, aprovechando la conciencia social que despertó Gustavito, pongamos la basura en su lugar, aprendamos a reciclar, las lomas dejemos de quemar.
Los azacuanes ya vuelan, de oriente a poniente, anunciando la llovizna de los jocotes – cada vez más escasos, y de la flor del café - cada vez más ralita, culpa del abandono, la roya y la quemitis de lomitis aguditis. ¿Campaña de reforestación, señora ministra de Medio Ambiente? De dónde cocos si no hay palmeras.
Y, con tanta calamidad, continúa la órbita de la Tierra alrededor del Macho. Pronto, si los azacuanes le pegan, y El Niño así lo desea, “Elber” nos visitará, el verde la basura y las lomas pelonas tapará, y la calor ya no amolará.
*Columnista de El Diario de Hoy.
calinalfaro@gmail.com