El problema real y grave de las desapariciones

Las desapariciones tienen un trasfondo relevante para entender la dinámica delictual del país y es necesario incorporarlas con más protagonismo y objetividad en el debate público sobre inseguridad.

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07 March 2017

Recientemente, el equipo de Focus publicó en El Diario de Hoy un reportaje sobre las personas desaparecidas en El Salvador. El escrito revela una situación grave a la que pocos le prestan atención y que algunos incluso tratan de minimizar o trivializar.
 
Según los datos recolectados durante la investigación desarrollada por los periodistas encargados de la elaboración del reportaje, el país registró más de 11 mil personas desaparecidas entre los años 2010 y 2016. El promedio anual, de acuerdo a la data oficial proporcionada por la Policía al periódico, es de aproximadamente 1,500 desaparecidos a nivel nacional. El promedio anual de homicidios correspondiente al mismo período es de 4,200 agresiones letales. Estas cifras sugieren que por cada cuatro homicidios hubo una desaparición, enfatizando así la gravedad del problema.  

Sin embargo, las estadísticas se vuelven aún más perturbadoras si se les aplica la premisa sostenida por el criminalista de la Fiscalía General de la República, Israel Ticas, detallada en el reportaje: “un desaparecido ‘es sinónimo de homicidio’”. Según este principio, las desapariciones en El Salvador no son más que homicidios en los que los victimarios tienen la capacidad y pericia delictual para esconder los cuerpos de las personas que asesinan. Esto sugiere que el cuerpos de uno de cada cinco asesinatos no es encontrados por las autoridades y, por lo tanto, en promedio, de cada 100 homicidios 20 no son registrados por las cifras oficiales. 

El reportaje vincula las desapariciones con la operatividad de las pandillas. Según la investigación, los municipios en los que no se reportan personas desaparecidas coincidentemente son aquellos en los que no hay presencia de pandillas. El escrito también incluye las tristes historias contadas por familiares de personas que dichas agrupaciones han desaparecido. Los relatos revelan la indiferencia de las autoridades y el sufrimiento, angustia e impotencia con la que viven los entrevistados al no saber nada sobre sus seres queridos y no encontrar apoyo en el Estado.

La carga emocional de las historias incluidas en el reportaje evidencian lo deplorables y condenables que son las declaraciones de los funcionarios que han desfilado en la cartera de seguridad, en las que reiteradamente han tratado de minimizar el problema de las desapariciones. La insensibilidad y mezquindad, por ejemplo, con la que David Victoriano Munguía Payés y su séquito dieron declaraciones a los medios de comunicación, en varias ocasiones, asegurando que la mayoría de personas reportadas como desaparecidas eran encontradas y, al mismo tiempo, ofrecían cifras “depuradas” menores a las inicialmente registradas, verdaderamente dejan a cualquiera atónito. Es increíble cómo funcionarios públicos tratan de esconder o trivializar problemas sensibles para justificar su gestión. Hace unos días Howard Cotto dio declaraciones similares, en las que sugirió que la cifra de personas desaparecidas podría ser menor porque, según él, las personas que denuncian nunca llegan a retirar su aviso una vez aparece la persona desaparecida.
    
Felicito a este periódico y, especialmente, al equipo de Focus, por dedicar un espacio importante en su publicación para dimensionar y darle rostro a un tema descuidado por las autoridades y la mayoría de actores públicos que intervienen en el debate de la inseguridad en el país. Las desapariciones son un problema real y grave en El Salvador que ningún funcionario ha tratado con la seriedad que merecen. Las víctimas y sus seres queridos que han sido tocadas por esta realidad no han recibido la respuesta que ameritan por parte del estado. Las desapariciones tienen un trasfondo relevante para entender la dinámica delictual del país y es necesario incorporarlas con más protagonismo y objetividad en el debate público sobre la inseguridad. La ciudadanía debe de presionar por que las autoridades den una respuesta satisfactoria a este problema.

 
*Criminólogo
@cponce_sv