Manuel Sánchez Masferrer: “El modelo de progreso social no ha funcionado”

El economista y autor del último informe del Índice de Progreso Social afirma que la inversión en las capacidades de las personas y en la mejora de las instituciones ha sido insuficiente en el país.

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De acuerdo con Sánchez Masferrer, el Índice de Progreso Social permite tener un diálogo basado en datos objetivos y no en meras opiniones. Foto EDH / E. Alvarenga

Por Guillermo Miranda Cuestas

02 December 2017

El jueves pasado, Fundación Poma presentó un estudio sobre la situación de El Salvador desde la firma de paz en términos de desarrollo, a través del novedoso Índice de Progreso Social (IPS).

El IPS, que supera varios vacíos de otras mediciones como el Producto Interno Bruto per cápita o el Índice de Desarrollo Humano, integra tres componentes principales: necesidades básicas, fundamentos de bienestar y determinantes de oportunidad.

 

 

En esta entrevista, el economista y autor del estudio, Manuel Sánchez Masferrer, explica los ejes centrales del estudio. Destaca la fase de estancamiento en la que el país se encuentra actualmente, principalmente por la situación de inseguridad, y hace un llamado al diálogo alrededor de un modelo de progreso que determine la inversión social al largo plazo.

¿Cuál es el hallazgo central de este estudio?

El índice muestra que a nivel agregado El Salvador ha tenido grandes avances, aunque estos cada vez son más pequeños. Por otro lado, nos muestra que en áreas específicas hay todavía grandes retos y que incluso en ciertos aspectos hemos tenido retrocesos. Mientras han habido avances en el acceso a servicios y en indicadores de salud, en el tema de seguridad ha habido un retroceso importante en los últimos años, en particular en los indicadores de los homicidios. La calidad del medio ambiente también es un indicador que ha empeorado en los últimos años porque hay más contaminación, menos cobertura de bosques y menos biodiversidad. Por otro lado hay un estancamiento en el acceso a educación secundaria y universitaria o la vacunación, entre otras áreas.

¿Qué tendencias identificaron desde la firma de la paz?

Hablamos del promedio de todos los indicadores, porque en realidad cada uno cambia de manera distinta. En promedio, reconocemos tres grandes períodos. El período que va desde la firma de la paz en 1992 hasta 1999-2000 es un período de rápido crecimiento en el que El Salvador, aprovechando que venía de una situación muy crítica durante la guerra, comienza a crecer rápidamente. Luego viene un período desde el año 2000 hasta más o menos 2010-2011 en que se sigue mejorando pero de manera más lenta. Y a partir de 2011 detectamos que en promedio hay cierto estancamiento, que en realidad refleja que hay algunos indicadores que siguen mejorando pero también hay otros que han empeorado. En el global, vemos que a 2016 estamos más o menos igual que como estábamos en 2011.

¿Puede concluirse que algo se estaba haciendo bien en los noventas que no se está haciendo bien ahora?

Podemos hacer algunas comparaciones pero siempre tenemos que tomar en cuenta el contexto. Recién terminada la guerra, El Salvador se encontraba en una situación económica y social bastante grave, donde el gobierno invertía muy poco porque el esfuerzo de la guerra consumía la mayor parte de los recursos y la economía se encontraba bastante estancada. Entonces es natural que en los noventas veamos un rebote, porque precisamente se acaba el conflicto armado y el gobierno comienza a tener más oportunidad de inversión y la economía se libera; de una economía sumamente reprimida ocurre una liberalización económica que condujo a más productividad y oportunidades de negocio. Ese efecto rebote, sin embargo, dura un tiempo limitado; más adelante hay que construir una base sólida para el crecimiento y el progreso social a partir del desarrollo de las capacidades de las personas. Ese es el punto donde El Salvador falló, donde estimulado por este progreso, que se logró por el rebote de la guerra, no realizó una inversión suficiente en el capital humano o en la mejora de las instituciones. Por ejemplo, a pesar de que se invirtió en educación no se ha logrado alcanzar las metas de inversión respecto al PIB por un lado; y por otro lado, la calidad de la educación no ha mejorado tanto como la cantidad de educación que se recibe. Hay más escuelas pero la calidad de educación no es tan buena. Sí hubo inversión social pero fue limitada y falló en establecer las bases de un crecimiento de un progreso social de largo plazo. Este momento de estancamiento, producto de esa falta de inversión y de dificultades fiscales, nos motiva a preguntarnos cuál es el modelo de progreso social que queremos para los próximos 25 años, porque el que traemos hasta ahora no ha funcionado lo suficiente y nos encontramos en desventaja frente a otros países que avanzan más, incluso si empezaron siendo más pobres.

¿Qué país tendríamos en 25 años si se sigue con esta tendencia?

Esperamos que las cosas cambien, que precisamente esto sea un llamado para reflexionar en qué áreas necesitamos invertir más. Si no lo hacemos podemos comenzar a ver que ciertas áreas donde se había invertido bastante, como salud o servicios básicos, pueden deteriorarse.

¿En dónde se tiene que poner entonces el foco en materia de políticas públicas?

El IPS da una gran riqueza de información. Tenemos 48 indicadores que son una guía de las áreas donde existen brechas, problemas y oportunidades de mejora. A nivel global, puedo señalar que aspectos como la seguridad -evidentemente- el medio ambiente, el acceso a la educación por parte de los jóvenes y la educación superior son áreas cruciales. También debemos proteger los avances que se han logrado en años anteriores en áreas como la libertad de prensa, de expresión y de movimiento que, de alguna manera, se ven amenazadas por el mismo clima de inseguridad. Esto da una oportunidad para tener un diálogo basado en datos objetivos, no en opiniones ni ideologías, sino en datos concretos validados a nivel internacional y sobre eso debiera ser más fácil dialogar que sobre aspectos ideológicos.

Si nos ponemos en perspectiva de los países que encabezan el IPS, ¿qué tan lejos está El Salvador?

El Salvador se ubica entre los países de progreso social medio-alto y se ubica en las fronteras de progreso social medio-bajo. De hecho, un dato que es interesante, que no lo calculamos nosotros sino que el IPS global, es que en los últimos cuatro años El Salvador ha sido de los países que más ha retrocedido en progreso social y eso se debe, fundamentalmente, a estos problemas de seguridad y a algunos aspectos relacionados con la libertad de las personas. El país ha pasado de ubicarse en una posición alrededor de 64 a la posición 70 entre los aproximadamente 130 países que son medidos cada año. Cada año hay un número diferente de países y por eso los rankings cambian, pero El Salvador ha sido de los pocos países del mundo que ha demostrado un retroceso tanto en el ranking como en el puntaje total.