Vale mucho más que las perlas

Nuestro país necesita mujeres fuertes, sí, pero tal como la describe Proverbios 31, llena de gracia y temor de Dios. 

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10 March 2017

Preciosos pensamientos intercambiamos las amigas en celebración del Día Internacional de la Mujer: canciones, poemitas, un par de líneas, lo que fuera; pero en todos esos mensajes se elogiaban las diferentes virtudes o rasgos especiales de las mujeres: virtuosas, honestas, cariñosas, soñadoras, atrevidas, complicadas, apasionadas, lindas, inteligentes. Guerreras que día a día se levantan con fe y afrontan las vicisitudes con valor y fortaleza. Capaces de dar la vida por el hijo, de sacrificarse por sus familiares, de quitarse el pan de la boca para entregarlo a alguien más hambriento. Las que oran ante el Señor, ofreciéndole todos los instantes del día, en el que se ocupan de todo el mundo menos de sí mismas.

Las que curan el dedo machucado del travieso de la casa, mientras asesoran telefónicamente a un cliente y miran que no se queme el almuerzo. Las que atienden a sus padres y familiares ya ancianos, sin descuidar a la generación que sigue. Las que leen todos los artículos y libros y ven programas que pueden servir para la salud y bienestar de su familia, eso añadido a los otros innumerables artículos, libros y documentos que deben analizar y comprender para mantenerse al día en sus trabajos. Las que multiplican por cinco las horas del día, siendo las primeras en levantarse y las últimas en acostarse.

Hay infinidad de cualidades comunes a las mujeres: Amor al trabajo (siempre hacendosas); capacidad de organización y administración; don de adaptación; facilidad de comunicación; costumbre de ahorrar; empatía; espíritu de sacrificio, del cumplimiento del deber, de servicio; espiritualidad; facilidad de aceptar y superar fracasos; inteligencia emocional, intuición, inventiva, modestia, orden, paciencia, prudencia, sensibilidad; sentido común y sentido de lo concreto. Versatilidad, visión de largo plazo. Y, quizá la cualidad más común es la de la multiplicidad: capacidad para hacer mil cosas a la vez.

 Y, lo más destacable: responsabilidad. Por eso alcanzan sus metas familiares, laborales y de estudios.

Con todo lo descrito, no sorprende que hoy en día la mayoría de graduados universitarios sean mujeres. Pero sí choca lo publicado en EDH, página 40 de la edición del 07/03/2017, informando que “Mined sugiere no felicitar a mujeres por ser maternales”. Cuando, precisamente en su naturaleza maternal (hayan tenido hijos o no) se originan todas las cualidades que antes he mencionado.

La razón para tan gran pensada es que “se deben plantear objetivos claros que promuevan la reflexión sobre las desigualdades y discriminaciones de género y reconocimiento del aporte de las mujeres en todas las dimensiones de la sociedad (política, económica, social, cultural y más)”.

Bueno, y ese aporte ¿es excluyente con ser madre, mostrar ternura, amor, etc.? ¿Le están vedados los éxitos profesionales a la mujer por ser “femenina”? ¿No será precisamente porque hemos excluido la ternura, la feminidad del trato diario, que ahora vivimos sumidos en la violencia? ¿Quién enseña todas las cualidades necesarias para la convivencia, si las mujeres tenemos prohibido ser eso: mujeres? 

Nuestro país necesita mujeres fuertes, sí, pero tal como la describe Proverbios 31, llena de gracia y temor de Dios: “La mujer fuerte, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Se reviste de fortaleza y dignidad y sonríe ante el porvenir y en su lengua está la ley de la bondad. La mujer que teme a Dios, esa es de alabar.”


*Columnista de El Diario de Hoy.