La desatinada orden ejecutiva

¿La orden girada por Trump en realidad hace más seguro Estados Unidos? ¿Los resultados que se obtendrán hacen que valga la pena afectar a buenas personas como Assad, Tahsin y Adar? La respuesta a ambas preguntas es NO.

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31 January 2017

La percepción dominante sobre los musulmanes, en la mayoría de países latinoamericanos, la moldean los estereotipos más recurrentes en películas y series producidas en Hollywood. Las tramas, generalmente, se enfocan en actos perpetrados por musulmanes extremistas. El discurso islámico radical y la agresividad con el que se manifiesta, por lo tanto, esboza cómo la mayoría de centro y suramericanos percibimos a los musulmanes. Lastimosamente, no tenemos otra fuente de información que nos exponga con igual magnitud y eficacia a personas comunes y corrientes que tienen como religión el islam. Solo tenemos acceso a una diminuta minoría de personas que proyectan una imagen inexacta de los musulmanes. 

Esta es una de las principales razones por las que muchos ven con cierta indiferencia la reciente orden ejecutiva girada por Donald Trump, a través de la cual se niega el acceso a Estados Unidos a personas que huyen del extremismo islámico y complica el acceso a todos los que provienen de una lista de países en los que la mayoría de la ciudadanía tiene como religión el islam. Otros, siguiendo ciegamente su ideología o sus creencias religiosas, tratan de justificar, excusar o validar este desatino de Trump solo porque es de derecha y cristiano. Esta es una actitud mezquina o, en el mejor de los casos, ignorante. 

Confieso que, en el pasado, mi percepción sobre quienes tienen por religión el islam estaba dictada por los estereotipos del cine, la televisión y las noticias. Sin embargo, durante los últimos años he tenido la suerte de compartir y formar amistades sinceras y estrechas con musulmanes en mi trabajo. Ninguna de estas personas encaja en el molde del extremista islámico. Son seres humanos muy respetuosos, amables y buenos. 

Assad, por ejemplo, siempre luce una cálida sonrisa y está presto a ayudar a quien sea. Todo el tiempo bromea de cómo otro salvadoreño, a quien conoció durante su maestría y con quien desarrolló una buena amistad, le puso de apodo “asadito”. Tahsin, también siempre con una sonrisa en su rostro y una mirada amable, le encuentra el lado positivo a cualquier situación, por más complicada que sea. Adar, de quien ya he hablado en este espacio, no pierde oportunidad para llenar el salón con carcajadas con sus ocurrentes chistes. Si alguien en la oficina necesita levantar sus ánimos, busca a Assad, Tahsin o Adar.

Lo único que estas y otras personas me han demostrado es que son, como decimos los salvadoreños, buena onda. Cumplen con sus obligaciones religiosas a cabalidad, pero no imponen sus creencias sobre los demás. Yo soy católico, ellos son musulmanes y no hay problema. Nuestra amistad no la define nuestra religión, sino la clase de personas que somos. 

He visto cómo la orden girada por Trump los afectó emocional y profesionalmente. Esta semana, después de que la orden fuera anunciada en los medios de comunicación, estaban visiblemente tristes. Sus características sonrisas se habían transformado en expresiones que emanaban tristeza genuina. Algunos tuvieron que cancelar su participación en conferencias profesionales que se celebrarían en Estados Unidos para evitar la bochornosa experiencia de entrar a la nación norteamericana siendo musulmán. 

¿La orden girada por Trump en realidad hace más seguro Estados Unidos? ¿Los resultados que se obtendrán hacen que valga la pena afectar a buenas personas como Assad, Tahsin y Adar? La respuesta a ambas preguntas es NO. La orden de Trump no tendrá un impacto real sobre la amenaza que representan los grupos extremistas islámicos. Son una táctica burda y poco inteligente que no hará que los estadounidenses estén más seguros y tampoco debilitará a los grupos radicales, éstos incluso la celebran. Las personas que apoyan este tipo de medidas, por ignorancia o por razones ideológicas o religiosas, por lo tanto, también son burdas y poco inteligentes. Es necesario actuar con la cabeza y no ciegamente siguiendo pautas trazadas por posiciones políticas o religiosas radicales. 


*Criminólogo
@cponce_sv