En el último informe de Human Rights Watch sobre la situación de derechos humanos en Venezuela, titulado “Arremetida contra opositores: Brutalidad, tortura y persecución política en Venezuela”, la organización registró al menos 314 víctimas de graves violaciones por parte del régimen de Nicolás Maduro. En el reporte se documentan 232 personas torturadas que sufrieron, en la mayoría de los casos, “descargas eléctricas, golpizas brutales, ser colgadas en posiciones incómodas y forzadas, privación del sueño, asfixia y abuso sexual”.
En esta entrevista, el director de la División de las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, comparte sus valoraciones a El Diario de Hoy sobre la crisis en Venezuela.
¿Cuál es el grado de gravedad de la situación de derechos humanos en Venezuela?
La crisis venezolana se ha transformado para nosotros posiblemente en la principal prioridad que tenemos en la región. Salvo Cuba, no hay otro país en el continente donde las violaciones a los derechos fundamentales sean parte de una política de estado impulsada desde los más altos niveles del régimen. El tipo de violaciones que documentamos en Venezuela van desde brutalidad generalizada en las calles hasta miles de detenciones arbitrarias y abusos contra detenidos incluyendo, torturas como shocks eléctricos, asfixia y abuso sexual.
¿Todavía existe alguna institución pública en Venezuela capaz de responder a esta crisis?
En Venezuela no existen instituciones públicas en pie que puedan actuar como freno al Ejecutivo. Por el contrario, el Poder Judicial es un apéndice del Ejecutivo y valida las políticas y prácticas abusivas del régimen de Maduro. La consecuencia de eso es que el gobierno ha podido cometer todo tipo de abusos sin ningún tipo de control.
¿Qué tan lejos se está de una situación de guerra civil o de conflicto armado interno?
Para un conflicto armado interno es necesario que haya armas de dos lados. En Venezuela, las armas están solamente de un lado: en manos del gobierno y de pandillas armadas partidarias del gobierno, llamadas “colectivos”, que han participado lado a lado con las fuerzas de seguridad en la represión de este año.
¿Todavía es factible pensar en una salida política o electoral a la crisis con el actual régimen?
Lo es, pero para eso se requiere que aumente mucho más la presión interna e internacional con el propósito de asegurar que si se hacen elecciones, estas sean libres y justas y con adecuada observación internacional e independiente. Sin esas precondiciones, las elecciones serían la misma farsa que fueron las últimas de este año y no servirán para salir de la crisis política e institucional que enfrenta el país.
Más allá de la presión internacional, ¿están funcionando los mecanismos internacionales -particularmente el sistema de Naciones Unidas y el sistema interamericano de derechos humanos- para garantizar los derechos humanos en Venezuela?
Están siguiendo la situación de cerca. El Alto Comisionado para los Derechos Humanos ha jugado un papel importante, documentando los abusos y diciendo claramente que lo que está ocurriendo en Venezuela podrían constituir crímenes de lesa humanidad. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, por primera vez, ha abordado más seriamente la crisis en el país durante sus últimas sesiones de septiembre. El Consejo de Seguridad convocó a una reunión especial sobre la crisis venezolana hace unas pocas semanas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos también realizó varias audiencias públicas sobre Venezuela y está en proceso de elaboración de un informe especial sobre el país.
¿Hay pasividad respecto al apoyo humanitario por parte de la comunidad internacional?
El problema no es la comunidad internacional en este tema, sino el gobierno venezolano, que niega la grave crisis humanitaria que enfrenta Venezuela. Al negar la crisis es prácticamente imposible que la ayuda internacional humanitaria –tanto de organismos internacionales como de otros gobiernos– ingrese al país. Por ello, el gobierno es directamente responsable del sufrimiento innecesario del pueblo venezolano, que cada vez enfrenta más dificultades para conseguir suficiente comida y medicinas básicas.