Darwin dijo: “No es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive a los cambios, sino el que mejor se adapta a ellos”. Quiero tomarme el atrevimiento de modificar la frase del gran naturalista, y decir que, en nuestra actualidad “para sobrevivir ante estos cambios violentos, debemos adaptarnos con fortaleza e inteligencia por un bien común”.
En las 828 páginas de “El origen de las especies”, Darwin escribió 95 veces la palabra amor, 92 veces la palabra moral, 27 veces cooperación, mientras 12 veces competición, pero tan solo 2 veces la expresión “la supervivencia del más apto”. ¡Sólo dos veces! Es decir que en más de 130 años se ha malinterpretado lo que Darwin quiso decir sobre la razón principal de por qué hemos logrado sobrevivir hasta el día de hoy desde la evolución primate.
Por lo tanto, sabiendo que los antivalores dieron victoria a Trump, en este artículo veremos cuáles son estas 7 Trumpetas del Apocalipsis que priman hoy en día en nuestra sociedad, con el fin aprender a evitar en caer en la práctica de estos antivalores y no involucionar.
Trumpeta 1: Narcisismo
Según “American Psychology Association”, al menos 434 millones de personas de la población mundial son narcisistas, haciéndonos la sociedad más narcisista de la historia. Hemos dedicado las últimas décadas a cultivar una sociedad de apariencias, donde se premie por “Likes” a la belleza que a la sapiencia. Es por ello que los gimnasios viven llenos, las librerías casi vacías, mientras se construye una sociedad con mucha forma y con poco fondo.
El narcisista tiende a creerse superior a los demás, una extrema confianza de sí, infravalora a los demás y, sobre todo, cuando son desafiadas suelen actuar de manera agresiva, dado que sienten una amenaza directa a su ego. Esta generación “selfie” es de personas vacías de amor propio dado que basan su seguridad llenándola de aprobación social. Por lo tanto, se vuelven codependientes del exterior logrando generar una gran sensación de inseguridad por falta de aprobación de sí mismos.
Recuerden, la verdadera nobleza del hombre está en ser superior a tu anterior yo.
Trumpeta 2: Ignorancia mental
Según estudios, en Colombia la gente lee menos de 2 libros al año. Mientras que en otros países como Canadá se leen más de 20 libros al año. Por ser una generación de mucha forma, nos ha conducido a ser una sociedad que prefiere hacer apología a programas televisivos vacíos, mientras se rinde culto y fama a gente cenutria.
Pero más allá de este tipo de ignorancia, yace una más peligrosa que hasta el mismo Cleóbulo expresó: “No hay nada en el mundo tan común como la ignorancia y los charlatanes”. El peor ignorante es aquel que tiene el síndrome de Dunning Kruger, el cual las personas con escaso nivel intelectual y cultural tienden sistemáticamente a pensar que saben más de lo que saben y a considerarse más inteligentes de lo que son. O como yo prefiero decir, aquellos que tienen un conocimiento oceánico pero de tan solo dos centímetros de profundidad.
Así que la clave de la educación no debe basarse sólo en enseñar, sino en despertar. Despertar de la mediocridad del conocimiento light. En despertar de un pobre pensamiento crítico, pero, sobre todo, en despertar que el objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un mejor ser humano.
Recuerden, saber lo que ignoro es un gran paso al saber.
Trumpeta 3: Ignorancia emocional
Aunque más allá de la ignorancia mental, educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto. Hoy en día me asombra la poca capacidad de las personas para identificar y gestionar las emociones tanto propias como de los demás. Pero lo que más me asombra es que la OMS ha declarado que el estrés, hoy en día, es considerada una epidemia laboral. Por lo tanto, una sociedad donde poco se cultiva el valor del autocontrol, no deberá sorprenderse ante el aumento tan dramático de intolerancia que hoy en día vivimos en nuestras sociedad actual.
Se sabe, a través de los estudios del Dr. Daniel Goleman, de la Universidad de Harvard, que el 80 al 93% del éxito profesional de una persona se basa en su coeficiente emocional, más no en su coeficiente intelectual. Por ende, no es el estrés el que nos afecte, sino cómo respondemos ante el estrés.
Recuerden, conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría, decía Aristóteles.
Trumpeta 4: Deshonestidad
Sabiendo que la ignorancia tanto mental como emocional es creer que no hay otras posibilidades válidas, hace que conduzca a este tipo de personas a que tomen ciertos rumbos más deshonestos. Warren Buffet decía que “la honestidad es un regalo muy caro, por lo tanto, no la esperes de gente barata”. Aunque no hablo solo de la deshonestidad corrupta vista desde la política y empresarial, no. Hablo de la deshonestidad en todo el sentido de la palabra.
La falta de integridad cuando se cuelan en la línea; el que roba; el que se antoja de la mermelada (corrupción); el que no paga impuestos pero el que se los roba. Todo esto hace que empiecen a velar por su propia supervivencia, alejándonos de la cooperación y el civismo.
Recuerden que honestidad es ser honesto ante los demás, mientras que integridad es hacerlo inclusive cuando nadie está mirando.
Trumpeta 5: Irrespeto
Camus decía que no hay nada más despreciable que el respeto basado en el miedo. Y aquellos que manipulan a través del miedo, es porque viven con miedo. Miedo a sentirse menos importantes y menor que los demás. Y el miedo, siendo la emoción más primitiva de todas, tiende a generar tres tipos de conductas instintivas: paralizarse, huir o atacar. Y las personas heridas tienden a atacar hiriendo a los demás a través del miedo. Esto, con el fin de generar control sobre todos.
Por lo tanto, observamos personas con tanto temor que muchos atacan a través del mantra de “¡¿usted no sabe quién soy yo!?”, líderes empresariales o demagogos como Trump que humillan y pisotean a los demás para sentirse más importante que ellos. O como el simple civil agrediendo, en su carro o al caminar, a los demás en las calles.
Recuerden que traten y hablen a la gente de la misma manera que deseen que los traten. El respeto es una cualidad y habilidad que debe ser ganada y no dada.
Trumpeta 6: Pereza e indolencia
“Yo no sería un presidente que tome vacaciones. No voy a tener tiempo para ir a jugar golf. Yo no sería un presidente que toma tiempo fuera”. Decía Trump en 2015. Pero en los primeros 6 meses en el poder de este magnate, pasó 53 días jugando golf versus los 15 días de descanso de Obama en el mismo periodo.
Indolencia viene del latín que traduce “sin dolor” o “sin problemas”. La procrastinación y la ociosidad son formas de disfrazar la ineptitud y mediocridad con una intención justificada. Visto desde la teoría evolutiva de la pereza, nuestros ancestros nómadas tuvieron que conservar la energía para competir por los recursos escasos y luchar o huir de enemigos y depredadores. Gastar esfuerzos en cualquier cosa que no sea una ventaja a corto plazo podría poner en peligro su propia supervivencia. El deseo llevó a la acción, y la acción condujo a la gratificación inmediata, sin mucha necesidad de proponer, planificar, preparar y entre otros.
La pereza ha conllevado al individuo de hoy en día a caer en el sedentarismo, no solo físico, sino emocional, psicológico, espiritual y, sobre todo, en el entorno. Ser perezoso por cooperar en el hábitat en el que habito. Por lo tanto, los inútiles siempre hablan de lo que piensan hacer y de lo que harán, mientras los que de veras hacen algo no tienen tiempo de hablar de lo que hacen.
Recuerden, callar y arar.
Trumpeta 7: Avaricia
En 2030 necesitaremos de 2 planetas para vivir, mientras que para 2050 la humanidad necesitará los recursos de 3 planetas Tierra para sobrevivir.
En esta sociedad donde hay un constante bombardeo publicitario de “más, más y más”, pues tarde que temprano la sociedad creerá que, entre más tenga, más reputada y poderosa, mejor será. Y esta voracidad ha llevado a nuestro planeta a sufrir graves consecuencias climáticas. La avaricia de esta sociedad ha llegado a comprar la idea que la necesidad es un querer. Pero, a la larga, hay veces en que lo que más necesito es lo que menos quiero, y lo que más quiero es lo que menos necesito.
Y posiblemente no querrá seguir escuchando estas palabras quejosas, pero sí que lo necesita. Porque se necesita comprender que todos queremos el cambio, pero muy pocos están dispuestos a cambiar. Porque, al final, la excelencia de un hombre no lo hacen los actos, sino los hábitos. Y esta sociedad está habituada en recompensar a los más superficiales, a los más estúpidos, a los más crueles y ruidosos. No hay más sentido común en la decencia, y se celebra a aquellos que refuerzan los antivalores. ¿Por qué tener este tipo de sociedad cuando la gente no está más interesada en ser civilizada? Pues porque bien dije al principio, para sobrevivir ante estos cambios violentos, debemos adaptarnos con fortaleza e inteligencia por un bien común.
Así que prefiero ser aquel que prefiere seguir habituado a la cooperación colectiva que por la supervivencia egoísta.
*Sicólogo y publicista.