Esta semana en el país, principalmente en las diversas redes sociales, se han viralizado tres cuestiones falsas: que los mareros han dado la orden de secuestrar niños, la golpiza al exfiscal Luis Martínez (detenido en Mariona) y que el nuevo gobierno de Donald Trump ha derogado las visas a los salvadoreños para viajar a Estados Unidos.
A todas luces se trata de información falsa, no solo porque el contenido no corresponde con la realidad, sino porque tiene varias características que la hacen inverosímil; aunque pareciera cierto y se trata de temas populares, no tienen fuente definida, mucho menos creíble que se responsabilice del hecho, además difundida por Facebook y Twitter masivamente (esto se llama viralizar) y reproducida por algunos medios electrónicos de poca monta, que publican cualquier cosa sin confirmarla, se trata de medios poco serios.
Acá la pregunta clave: ¿por qué hay noticias falsas? La respuesta tiene varias aristas, dependiendo a otra interrogante, ¿a qué responden estas noticias falsas?
Sin duda alguna, se trata de una herramienta de la guerra; Stanley Newcourt-Nowodworksi, en el libro “La propaganda negra en la Segunda Guerra Mundial”, hace un resumen que ilumina con claridad lo que estamos diciendo: la propaganda negra es aquella que oculta y tergiversa su origen. Su opuesto tipológico, por tanto, es la propaganda blanca, actividad abierta que habla en favor del propio emisor. En medios de ambos tipos, por así decirlo, se encuentra la propaganda gris, anónima: el receptor debe adivinar la identidad del emisor.
El libro de Stanley recoge ejemplos de los diferentes tipos de propaganda durante la Segunda Guerra Mundial utilizada tanto por los ingleses como por los polacos o los alemanes; la propaganda no hace ganar o perder la guerra, pero contribuye al éxito o fracaso de una acción militar, esto es claro, como también lo es que estas técnicas viejas se han sofisticado en la actualidad con el uso de las nuevas plataformas brindadas por la web y por supuesto las redes sociales.
Ejemplo de propaganda blanca en la Segunda Guerra Mundial es cuando los ingleses lanzaban desde el aire volantes en el territorio alemán en los que se denunciaba los desmanes del gobierno nazi y se incitaba a la población a la sublevación; la debilidad de esta propaganda es su falta de credibilidad por el hecho de no tener fuente y venir del enemigo.
En cambio, la propaganda negra solventa este problema de la fuente al camuflarla bajo identidades falsas, usualmente, supuestas organizaciones clandestinas que operan al interior del país. Lo que queda claro de este tipo de propaganda es que su característica principal es el engaño y su objetivo es la desinformación y la erosión de la estabilidad moral del bando contrario, plantea claramente Stanley.
En este punto hay que ser preciso, y Stanley lo es, porque es clave para entender la propaganda negra en sus diversas manifestaciones, “no representa ningún logro espectacular en el contexto general de la guerra, porque las operaciones negras no están planeadas para ser espectaculares, sino para corroer y minar la moral del enemigo y su voluntad de seguir combatiendo, no para aniquilar de un solo golpe”.
Estas ideas dichas a vuelo de pájaro nos permiten delinear algunas respuestas a las interrogantes planteadas, por lo menos lo relacionado con el objetivo de las noticias falsas divulgadas en el país esta semana: la intención de minar la voluntad de los salvadoreños, el objetivo de confundir y desinformar a los ciudadanos.
Se trata de generar zozobra entre la población, terror dirán algunos, todo con la finalidad de vulnerar la voluntad de lucha y sumarse en un ambiente de inseguridad y desesperanza; esta dinámica sumado al clima de inseguridad que padece el país lo convierte en un ambiente propicio.
¿Quiénes las elaboran y con qué obscuros fines?, algunos dirán que los delincuentes, otros que la misma oposición con la intención de minar la labor del gobierno y otros más culpan a las mismas autoridades que les permite “actuar” con más dureza... No lo sé, ni tengo la respuesta contundente sobre esta interrogante, lo que sí podemos señalar son los antídotos para enfrentarlas: el hecho que sea publicada en internet, dicho en sentido general, no quiere decir que se trata de información verdadera, apegada a la realidad; toda publicación por muy valedera que parezca, debe pasar por el filtro mental al menos en tres cuestiones: uno, toda información debe poseer una fuente, una fuente no solo definida y precisa, sino creíble; dos, la temática tratada, por muy interesante y atractiva que parezca, debe estar cimentada en documentos y hechos comprobables, por lo general, con documentos fiables y expuestos claramente. Y tres, usar medios de comunicación creíbles, con un historial de una labor fiable realizada por profesionales que puedan responder por la información que publiquen; en pocas palabras, nos referimos a medios y periodistas serios que tienen la solidez, comprobada con hechos y documentos, que la información que publican, además de verídica, está sustentada y validada con fuentes precisas.
*Editor Jefe de El Diario de Hoy.
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