La caficultura es un negocio para muchos, pero no para el productor. ¿Y entonces por qué seguimos en este “negocio”? La verdad no lo sé. ¿Será que amamos lo que hacemos y siempre esperamos un buen año para reponernos de años malos? ¿Será que como ya tenemos la tierra hay que aprovecharla pues no podemos abandonarla o sembrar otra cosa tan fácilmente? ¿O será que tenemos responsabilidad con nuestros trabajadores? ¿O Será que somos “cuerudos”?
Según datos estadísticos que estamos recibiendo en los últimos meses, se está percibiendo un incremento en el consumo mundial del café, gracias a que los jóvenes encuentran satisfacción en la bebida. Estas nuevas generaciones están dispuestas a consumir más café y a darle un mejor valor, siempre y cuando ellos perciban que el producto les da satisfacción personal y que éste contribuye al mundo en que vivimos.
En los países desarrollados los jóvenes que ahora son la fuerza laboral y hacen su decisión de compra tienen muchos más recursos económicos que nunca antes, les gusta gastar lo que es de ellos y tienen mucha más oferta de donde escoger. Esta es la gran oportunidad que tenemos como caficultores; el detalle es cómo lograr que un porcentaje adecuado de lo que ellos gastan llegue a las manos del productor al acceder a este mercado.
Por generaciones la caficultura ha sido controlada por los intermediarios y eso continúa ahora. El precio internacional de café se debería regir por la oferta y demanda. La oferta del café está bajando, porque los países que más producen están cambiando la caficultura a otras actividades agrícolas más rentables. Sin embargo, el precio no sube pues lo afectan factores externos como las devaluaciones y la especulación en los mercados de valores. Estos están matando a la gallinita de los huevos de oro.
Mi objetivo ahora es poner esto en la mente del consumidor consciente y contribuir al mundo en que vivimos. Si el productor no recibe un ingreso adecuado que haga rentable su operación, dejará de cultivar café. Según las estadísticas, la demanda en 2030 sobrepasará la oferta, pero no es posible esperar hasta entonces. Debemos revertir la situación ahora que todavía hay cafetales y gente “cueruda” que está dispuesta a seguir produciendo café.
La caficultura no es eficiente si no se hacen todos los trabajos, incluyendo la prevención de enfermedades y la suficiente nutrición para producir año tras año la cantidad que la plantación es capaz de dar. Los costos de hacer lo necesario para producir y la mano de obra han incrementado inflacionariamente, no así el precio del café.
A los intermediarios y consumidores les pido: no maten la gallinita de los huevos de oro. Estoy seguro de que es mejor pagar lo adecuado por nuestro café que mandar millones de dólares de los contribuyentes para evitar que nuestra gente emigre y se pierda la oportunidad de producir café y satisfacer a los jóvenes con una buena taza de café.
*Colaborador de El Diario de Hoy.