Castigan a un policía por publicar foto de una detenida ebria

Respetar la imagen de una persona es importante y clave; ser investigado por un delito no lo hace delincuente ni mucho menos culpable, tal como ocurre ahora en las llamadas presentaciones que realiza la Policía y Fiscalía.

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18 February 2017

El periódico español “La Razón” publicó una información hace un par de semanas atribuida a la agencia de prensa EFE, en la que consigna la sanción que ha impuesto el Tribunal Supremo a un guardia civil que hizo fotos sin el consentimiento a una mujer conductora ebria que fue detenida infraganti manejando un carro.

La sanción impuesta al agente de seguridad, tal como lo señala “La Razón”, es de seis meses y un día de suspensión de empleo y sueldo, fue calificada de “muy grave por el trato inhumano, degradante o vejatorio a las personas que se encuentran bajo su custodia o con las que se relacionen por razón del servicio”.

Comencemos por el hecho tal cual, según lo relata la nota de prensa, que ubica el incidente en 2013 en una cafetería de una autopista de Málaga, cuando una mujer ebria pedía más licor y el mesero se negó hacerlo; un policía invitó a la mujer abandonar el local, lo que hizo, pero abordó su vehículo y condujo unos siete kilómetros hasta que fue detenida. La mujer entró en depresión y comenzó a llorar, cuando fue fotografiada sin su consentimiento, lo que la hizo enojar y liarse con los policías, quienes tuvieron que detenerla y llevarla a la delegación, donde de nuevo la fotografiaron. 

Las fotos fueron subidas por el policía por WhatsApp al grupo formado por guardias destinados en su misma unidad, sin que su difusión tuviese ninguna relación con el servicio.

He querido resumir la nota, con cierto detalle, porque muestra claramente que, en otros países, como España, se ha legislado, y por supuesto sancionado a los transgresores, al cometer delitos contra el honor, sobre todo usando nuevas tecnologías como lo es compartir fotos por WhatsApp; “vejación para su dignidad moral” fue la terminología usada en este caso, sin importar que la víctima estuviese ebria o que fuese detenida por la policía conduciendo en estado de ebriedad.

Caso contrario a lo que sucede en nuestro El Salvador; acá por menos la imagen y la dignidad de las personas son pisoteadas en cada momento, y me refiero particularmente al caso de las llamadas “presentaciones” que suele hacer con mucha frecuencia la Policía y en algunos casos la Fiscalía cuando se detiene o se apresa a una persona investigada por un delito, sin importar que se trate de las primeras indagaciones y que esté lejos de ser vencido en un juicio justo. A todas luces hay una violación no solo a la imagen del imputado, sino que hay una condena pública pasando por encima de la presunción de inocencia, a la que todo ciudadano tiene derecho.

Lo primero que salta a la vista es que se trata de una práctica promovida hasta la saciedad por los diferentes medios de comunicación; hay que decirlo con claridad, es un pecado cometido en más de una ocasión por la prensa, dejando de lado los principios elementales del cuido de la imagen personal, del honor y la presunción de inocencia.

Pero también es cierto que la práctica no nace de la prensa sino de la fuente, sí, de la Policía por lo general, por años y años ha tenido la práctica de “presentar” a los detenidos ante la prensa; todavía más, ahora con los teléfonos inteligentes, las redes sociales y el WhatsApp hay policías y fiscales que sin más “suben” fotos y publican información sin mayores filtros y sin ningún escrúpulo. Expresidentes esposados llevados con fuertes medidas de seguridad, expresidentes expuestos en fotos con uniformes blancos en la madrugada cuando fueron traslados a un penal; profesionales y personas comunes y corrientes expuestas ante los medios como los peores delincuentes del mundo… y no se trata de defender a nadie y no abogar, por ejemplo, por los mareros, que suelen presentarse sin camisa, en calzoncillos y obligados a ver las cámaras…

Un día de estos escuché a un jefe policial asegurar que se trata de una práctica para satisfacer las necesidades de información de los periodistas, puede ser, aunque no lo justifica. También, he oído que esta práctica nociva tiene su explicación en hacer público un delito cometido por un imputado, con la intención de que otras víctimas puedan “reconocerlo” y sumarle otros hechos. Es más, hay otros que dicen que las presentaciones tienen el objetivo de “mostrar” el trabajo policial y “castigar” públicamente a los delincuentes, en un juicio paralelo, mucho antes de ser enviado a un tribunal y vencido en un juicio justo.

Sea como sea, lo cierto es la Policía, la Fiscalía y los periodistas deben revisar a fondo este tipo de práctica y como ocurrió en el pasado, por ejemplo, cuando se implantó la llamada “línea amarilla” en las escenas de un crimen, hubo un estudio de cómo se hacía, se hizo conciencia de que debe respetarse la línea y ahora todo mundo lo cumple. 

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.
ricardo.chacon@eldiariodehoy.com