De diez generaciones a una, tecnología versus empleo

Fuera de toda ideología, es objetivo afirmar que el colapso del comunismo ha sido de gran ayuda para la humanidad.

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Por Mirna Navarrete

20 November 2017

Es un hecho que vamos a ver un cambio tecnológico masivo en los próximos 20 años. Sin duda veremos más cambios y mejoras en ese lapso de los que hemos visto en los últimos cien años. Pensemos dónde estábamos hace 100 años y cuánto ha cambiado el mundo desde entonces. Eso y muchas más innovaciones nos traerá el futuro mediato. La sociedad global del siglo XXI realmente va a transformarse rápido.

En 1820, alrededor del 94 % de la población mundial vivía en la pobreza extrema, calificada con parámetros actuales. Para 1990, la cifra era del 35 % y en 2015 solo era del 9.6 %. El cuarenta por ciento de los que siguen en ese nivel de pobreza vive mayoritariamente en dos países: Nigeria e India, y ambos están creciendo rápidamente y se proyecta que su población en pobreza extrema disminuirá significativamente en los próximos 20 años.

A nivel mundial, los pobres se vuelven más ricos más rápido que cualquier otro grupo; sin embargo, si miramos alrededor de Estados Unidos o Europa, no se puede llegar a similar conclusión. ¿Pero qué pasa con África o Asia si esa conclusión es correcta? Podemos afirmar, sin exagerar que la era industrial y el capitalismo de libre mercado, con todo sus baches y verrugas, han sacado a más personas de la pobreza extrema y han extendido más la esperanza de vida que cualquier otra forma de desarrollo. Fuera de toda ideología, es objetivo afirmar que el colapso del comunismo ha sido de gran ayuda para la humanidad.

Ahora bien, los acelerados cambios tecnológicos en un futuro cercano causarán sin duda interrupciones importantes al empleo. Estos cambios van a afectar la cohesión social y la vida de la gente, de manera inevitable. Incluso los centros tecnológicos en el mundo en desarrollo van a encontrarse en riesgo de dislocaciones laborales. Pero es de observar que las mismas tecnologías que están destruyendo el trabajo también generarán decenas de millones de trabajos nuevos y en muchos casos mejores. Muchos de estos empleos serán mejor pagados, más satisfactorios para la vida del individuo y mucho menos peligrosos que los reemplazados.

La respuesta sencilla a la pregunta ¿De dónde vendrán los trabajos? siempre ha sido: No sé, pero vendrán. Eso es lo que inexorablemente ha sucedido en el pasado. Estados Unidos paso de tener el 80 % de trabajadores laborando en granjas, en el siglo XIX, con ingresos de subsistencia; a tener el 2 %, pero ahora produciendo mucho más alimento. A medida que estos trabajadores agrícolas se volvieron redundantes, se mudaron a donde estaban los trabajos; y luego de muchos altibajos, lograron con el tiempo emplearse. Pero esa dramática transición se llevó a cabo durante más de 200 años, 10 generaciones.

Las transformaciones de las que hablo van a suceder en media generación o, como máximo, en una generación completa. No hay mucho tiempo para el ajuste, especialmente en un país como el nuestro que no tiene cultura de ahorro. La clásica respuesta a este problema es que tenemos que desatar la corriente empresarial que ha sido reprimida por la burocracia y cargas tributaria excesivas.

Soy optimista, y creo que llegaremos a un final muy feliz. Nuestros héroes y heroínas caminarán al futuro de la mano, viviendo felices para siempre. Literalmente, viviendo felices para siempre, debido a las nuevas tecnologías de extensión de vida que están a la vuelta de la esquina, en un mundo de increíble abundancia y productos cada vez más baratos, con estilos de vida mejores a los de hoy.

El problema no es el final feliz, la utopía. El problema es la transición, accidentada, frustrante y potencialmente divisiva.

*Columnista de El Diario de Hoy.

resmahan@hotmail.com