Destrucción creativa

Funcionarios salvadoreños se oponen a la existencia de Uber en El Salvador, aduciendo que “no está regulado por las leyes”. Pero los ciudadanos nos preguntamos… ¿están reguladas las llamadas por Skype o por WhatsApp? ¿el contenido de Netflix? ¿Las noticias por internet?

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Por Mirna Navarrete

19 November 2017

Algunos se sienten ilusionados con lo nuevo, mientras a otros les da miedo. Así ha sido desde el inicio de los tiempos y seguirá ocurriendo mientras el hombre sea hombre. Algunos perciben la innovación con un dejo de temor, de algo que no pueden entender, manejar o controlar, y que, real o potencialmente, viene a moverles el tapete y bajarlos de la nube en que se encuentran, arrebatarles los laureles en los que se han dormido o cerrar el chorrito de pisto del que han estado viviendo cómodamente hasta la fecha.

La “destrucción creativa” simplemente ocurre. Es aquella que surge cuando un nuevo invento es creado y genera una coyuntura crítica al sustituir sistemas o modos de producción o de interacción social. Es como un tsunami de ideas que llega a la playa de los individuos, sociedades o gobiernos, sin que nada ni nadie se pueda interponer en su paso. Arrasa con todo. Destruye a la vez que transforma. Igual que el Fénix, de sus cenizas surge una nueva sociedad, una nueva forma de organizarnos, de vivir, de pensar, de producir.

Toda época, toda sociedad, toda familia, todo individuo, ha tenido que enfrentarse cara a cara con la Destrucción Creativa. Lo han tenido que hacer porque es un derivado del ser humano: la inconformidad, la creación, la superación, el movimiento. Lo curioso es que es igual de humano oponerse a ella: imponer barreras para que el cambio no ocurra, para conservar mis beneficios o los beneficios de mis pares. Pero la naturaleza humana no acepta diques mentales y si llegan a promulgarse leyes que los establezcan, siempre habremos algunos de nosotros que enarbolemos mazos que los hagan venirse abajo. Nada detendrá, ni hoy ni nunca, el avance de la humanidad.

¿Ejemplos de destrucción creativa? Pues abundan. Cuando Gutenberg salió al mercado con su invento: la imprenta, la Iglesia Católica, así como las autoridades musulmanas, promovieron leyes para prohibirla, ya que perderían el control (y el rédito económico) derivado de actuar como copistas de los libros sagrados, perdiendo asimismo el control de la censura sobre lo que la mente humana podría poner por escrito. Llegó al punto que tener una imprenta era un delito. Eventualmente la imprenta se popularizó y permitió que los libros fueran cada vez más accesibles para el pueblo. Al masificarse, llevaron la cultura a todos, la lectura y el conocimiento asociado a ésta dejó de ser un beneficio de las elites, para convertirse en un privilegio accesible para las grandes mayorías.

Cuando se inventó la locomotora a vapor, muchos gobiernos se opusieron. Sería “demasiado fácil” que el pueblo se transportara, se organizara y que los ejércitos (enemigos, por supuesto), se movilizaran. Gobiernos oligárquico-extractivos como el ruso del siglo XIX prohibieron la locomotora por los “peligros” que ella conllevaba, sin ponerse a pensar que cuando un pueblo es asfixiado siempre busca salidas, aunque sean suicidas. En vez de buscar la democracia, su pueblo, desesperado, acabó optando por uno de los experimentos políticos mas totalitarios, sangrientos y deshumanizantes de la Historia: el comunismo, el cual, por cierto, acabó derrotando a la misma dinastía de los Romanov.

Cuando por la noche entramos a nuestra casa nos resulta natural encender una bombilla led que nos brinda una luz limpia, barata y ecológica. No nos detenemos a pensar lo que implicó el invento: Edison no vivió un camino de rosas cuando la desarrolló; tuvo que enfrentarse a los gremios de los cazadores de ballenas, productores de velas y aceite, ya que para la época el alumbrado público, así como las luces de los hogares, eran encendidos utilizando el combustible accesible para ese entonces: grasa de ballena, aceite y cera de abeja. Obviamente el invento iba a dejar sin trabajo a miles de personas, pero ¿qué era lo mejor para las ciudades, consumidores y medio ambiente? ¿Continuar cazando ballenas? ¿Permitir que miles de hogares se incendiaran a consecuencia de padres o niños que se dormían con una vela a su lado? La realidad es que la bombilla eléctrica cambió al mundo y por supuesto causó “destrucción” a su paso: miles de trabajos de los antiguos proveedores de luz y calor se perdieron…. Solo para, con el tiempo, surgir miles más, en las nuevas empresas derivadas del invento de ese gigante.

Hace unos días leímos en los periódicos que funcionarios salvadoreños se oponen a la existencia de Uber en El Salvador, aduciendo que “no está regulado por las leyes”. Pero los ciudadanos nos preguntamos… ¿están reguladas las llamadas por Skype o por WhatsApp? ¿el contenido de Netflix? ¿Las noticias por internet? ¿Las ventas por Amazon? ¿Las investigaciones por Google? Si usar Uber en El Salvador es un acto “ilegal”, les pregunto: ¿señores, adónde me anoto? yo quiero ser parte de esa destrucción creativa.

*Abogado, máster en leyes.

@MaxMojica