25 aniversario sin paz

Hoy igual que ayer, la sociedad salvadoreña alberga un miedo. Distinto, pero miedo al fin, peor que aquel de los años de guerra civil, porque aquí los objetivos son miserables, producto de muchos errores.

descripción de la imagen

Por

06 January 2017

Como si nada, han pasado 25 años desde que en un acuerdo que parecía ideal, los salvadoreños logramos salir de una guerra fratricida que duró más de una década y acabó con la vida de más de 70 mil personas.

Veinticinco años después, quienes aplaudimos la finalización de aquel capítulo negro en nuestra historia, nos horrorizamos ante el escenario que se nos presenta hoy, en el que se desarrolla la otra guerra, una palabra que nos cuesta mucho pronunciar, pero que la realidad nos está estrellando en nuestros rostros.

Era previsible que factores como la migración, separación de familias, muerte de muchos de sus miembros y otros, causaran una desintegración familiar que se vería reflejada en la conducta social, con niños que serían criados sin sus padres, por familiares enfermos luego de años de prolongada violencia y sin la posibilidad de contar con los mecanismos para sanar sus heridas psicológicas.

Nuestra sociedad se concentró en engendrar el peor de los comportamientos comunes, hasta alcanzar este punto en que nacía una sociedad paralela que se encargaría de comenzar esa guerra silenciosa que solo en el último año cobró más de 5 mil vidas.

Veinticinco años después, somos testigos de cómo la delincuencia y la corrupción se enquistaron como cáncer en la sociedad, volviendo a El Salvador más agresivo y más pobre, logrando el deshonroso título de ser el país más violento del mundo.

Hoy igual que ayer, la sociedad salvadoreña alberga un miedo. Distinto, pero miedo al fin, peor que aquel de los años de guerra civil, porque aquí los objetivos son miserables, producto de muchos errores.

Hablar de unidad, armonía y esperanza, cuando los mismos funcionarios que integran el gobierno se empeñan en mantener un alto grado de polarización, porque les conviene a sus propósitos, es realmente contradictorio. El presidente debería de comenzar por dar la lección en su propia casa.

Curioso que 25 años después de la firma de aquellos acuerdos, sigamos viendo a muchos de sus protagonistas ocupando cargos públicos y utilizando estos cargos para sembrar el odio a través de discursos que fomentan el odio de clases y la discordia entre hermanos. Eso sencillamente resulta frustrante cuando la realidad que nos golpea cada día, es de estancamiento por decir lo menos.

Lo evidente es que 25 años después de cerrar aquel capítulo y con otro igual o peor de sangriento como parte de nuestra realidad, el relevo generacional es no solo necesario sino urgente, si queremos construir una mejor sociedad para todos.

Es por ello que en el marco de la celebración de los 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz, es un buen momento para hacer una pausa y que como sociedad reflexionemos y decidamos finalmente dar paso a una cultura de paz y de reconciliación en donde eduquemos a nuestros hijos inculcándoles el amor a Dios, al prójimo y a la patria.

Que este sea un momento en donde mirar para atrás en la historia, sirva simplemente para recordar que ese horror en donde murieron tantos hermanos salvadoreños no debe repetirse nunca más.

*Diputada.