La verdad sobre los servicios públicos

Los líderes del partido que pretende defender al pueblo quieren usar (y usan) el dinero de éste para no tener que pasar por las penas que éste pasa por lo malos que son los servicios públicos que ellos mismos manejan.

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12 January 2017

Una diputada y vocero del FMLN en la Asamblea Legislativa hizo hace algunos días unas declaraciones espectaculares en el contexto de defender la decisión de contratar (como en los años anteriores) un seguro de salud privado para los diputados y empleados de la Asamblea, que si no se contrata se verían obligados, como la mayoría de los salvadore-ños en el sector formal, a someterse al Seguro Social. La diputada dijo, entre otras cosas: 

“Yo creo que el concepto de un seguro privado siempre ha sido sostenido porque siempre se ha hecho que la cosa pública no sirva, de verdad históricamente. Yo me admiro, a mí me impresiona llegar al Seguro Social, ver al doctor, al nefrólogo por decir algo, dar consulta en el Seguro Social. ¿Cómo lo atiende el nefrólogo en el Seguro Social? Como que si usted fuera a mendigar. Si ya está pagando el seguro y luego busca al nefrólogo en el Hospital de Diagnóstico  y la actitud del nefrólogo es diferente”.

Luego la diputada siguió: 

“Aquí  se ha dicho históricamente de la cosa pública que no sirve, precisamente por eso antes se licitaba mucho la privatización de la salud, porque se decía que lo privado sí es bueno y lo público es malo, ¡por Dios! si quienes hacemos la cosa pública somos los mismos seres humanos que actuamos en lo privado y porque en lo público somos malos y en lo privado tratamos de ser buenos. Conclusión, porque paga. Sí, pero en lo público el médico también está ganando, ante esa circunstancia que ha sido históricamente, usted va a pasar consulta en la unidad de salud, yo siempre hago un chiste para la gente y digo ‘usted llega enfermo y sale más enfermo’, porque el paciente con una tocadita a veces  de espalda se siente mejor, pero si el médico lo recibe de una manera malcriada obviamente la gente asiste al sistema de salud”.

Las declaraciones de la diputada no tienen nada de original. Es lo que todo el mundo dice. Describen con toda exactitud la situación de los servicios públicos en el país—no sólo los servicios de salud, sino todos los servicios que el estado, ahora en manos del FMLN, está en la obligación de rendir. Hay, sin embargo, varios aspectos en los que son extraordinarias, ligados a tres hechos. 

Uno, que lo diga una diputada miembro del partido que está en el poder desde hace siete años y medio, que por tanto es responsable por la pobre condición de los servicios públicos. Dos, que la actitud de los médicos es sólo una parte de los problemas del sistema público de salud, que incluyen la falta de medicinas y materiales, hospitales en los que llueve por dentro por la repetida explosión de las tuberías de agua, y condiciones pésimas para los pacientes de consulta y hospitalizados, mientras que el gobierno del FMLN se niega a pagar los salarios pactados hace años con el escalafón de salud. 

Tres, que una miembro prominente del FMLN exprese una preferencia por los servicios privados, diciendo que en los públicos “usted llega enfermo y sale más enfermo”, cuando su partido desde su fundación ha tratado de eliminar al sector privado para que lo único que exista sea el sector público. Cuatro, que confiese que no entiende cómo los servicios privados siempre son muy superiores a los públicos, y aun así crea en una ideología y pertenezca a un partido que quieren eliminarlos.
 
Cinco, que la élite del FMLN quiera tener un acceso a los obviamente mejores servicios privados no con sus propios recursos, sino usando fondos proporcionados por los contri-buyentes en general, la mayoría de los cuales no tienen otra alternativa que ir al muy inferior sistema nacional de salud. Es decir, los líderes del partido que pretende defender al pueblo, quieren usar (y usan) el dinero de éste para no tener que pasar por las penas que éste pasa por lo malos que son los servicios públicos que ellos mismos manejan. 
 

*Máster en Economía,
Northwestern University.
Columnista de El Diario de Hoy