La palabra “dispersión” tiene al menos cuatro acepciones, según el diccionario de la Real Academia Española. “Dividir el esfuerzo, la atención o la actividad, aplicándolos desordenadamente en múltiples direcciones”, dice una; otra, propia de la jerga miliciana, la define como “romper, desbaratar al enemigo haciéndole huir y diseminarse en completo desorden”. Ambas definiciones se refieren a acciones ejercidas sobre terceros para lograr la fragmentación.
Últimamente hemos estado un tanto dispersos camino a las elecciones legislativas y municipales. ¿Estrategias de comunicación de los partidos, casualidad o simplemente es la excitación —por llamarla de alguna manera— por conocer quiénes serán los candidatos a la Presidencia de la República? Lo cierto es que la opinión pública y los medios de comunicación han dedicado estas semanas mayor cobertura a los potenciales candidatos presidenciales.
En este tiempo poco nada hemos escuchado del proceso electoral de 2018, considerando su relevancia y proximidad. No es un reproche. Es lógico que se trata de hechos relevantes en la vida política del país y no pueden ser ignorados, pero no debemos dispersarnos de lo que se avecina.
Recordemos algunas cosas que están en juego en las próximas elecciones.
1. La eficacia del Tribunal Supremo Electoral y la defensa de nuestro sistema de votación. Las listas abiertas, que dan la posibilidad al ciudadano del voto cruzado, y la integración de las Juntas Receptoras de Votos con personas sin afiliación a partidos políticos, hacen compleja esta elección. Hasta ahora, poco hemos visto que haga este ente para enfrentar el reto con éxito. El TSE debe garantizar eficiencia en la transmisión de los resultados y, ante todo, transparencia. En las pasadas elecciones, algunas inconsistencias, como las que provocaron el recuento de votos en San Salvador, restaron credibilidad al proceso. La ciudadanía y organizaciones tendrán un papel importantísimo.
2. La elección de cinco nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia, cuatro de los cuales integrarán la Sala de lo Constitucional. La Sala ha desempeñado un papel fundamental en fortalecer la democracia, en poner límites a los abusos del poder y en la lucha contra la corrupción. Por recordar algunas cosas, abrió las listas para que los ciudadanos podamos elegir “por rostro” a los legisladores; ordenó a los partidos políticos a revelar a sus financistas y realizar elecciones internas; hizo importantes declaraciones de inconstitucionalidad, como la del presupuesto pufo de 2017 o el alza al techo del FOP, y devolvió a Probidad la facultad de pedir informes de cuentas bancarias de funcionarios y exfuncionarios con indicios de crecimiento patrimonial injustificado. Preguntemos a los futuros diputados por quiénes o por qué tipo de personas votarán y si lo harán en los tiempos establecidos por ley.
3. Un nuevo Fiscal General de la República. Aunque aún no conocemos el desenlace de los procesos judiciales y la Fiscalía sea señalada por excesivos shows mediáticos, lo cierto es que en el último año nos ha sorprendido con investigaciones de alto impacto, en las que se encuentran expresidentes de la República, algunos exfuncionarios y personas que habrían colaborado a defraudar al Estado salvadoreño. ¿A quién elegirán los diputados y cómo legislarán para combatir la corrupción en todas las esferas de nuestro país?
4. No son menos importantes las elecciones de segundo grado, entre las que se encuentran las de los magistrados de Corte de Cuentas, una institución cuyos últimos nombramientos han sido calificados como “reparto de cuotas partidarias”. De nuevo, estamos en las manos de los diputados. Dependerá de nosotros elegir a personas idóneas e íntegras —y del seguimiento que les demos una vez en el poder— para que voten por los más capacitados y no por favoritismos.
El reto es grande: debemos fijarnos en 2018 sin perder de vista 2019, pues ambos procesos electorales están íntimamente ligados. Por un lado, es una oportunidad para fortalecer la institucionalidad. Por otro, la aritmética de la próxima legislatura afectará, para bien o para mal, al próximo Gobierno, que se encontrará con un país al borde del abismo, que necesitará reformas profundas y acuerdos de todos los sectores para salir adelante.
*Periodista.
Máster en comunicación corporativa.
jgarciaoriani@gmail.com