Todos sabemos que Salvador Sánchez Cerén llegó a la presidencia de la República gracias al engaño, la manipulación, la intimidación y la complicidad del Tribunal Supremo Electoral.
Recapitulemos, en la primera vuelta, el ahora asilado en Nicaragua huyendo de un juicio civil por enriquecimiento ilícito, Mauricio Funes, se encargó de hacer campaña el propio día de las elecciones, en complicidad con los pandilleros que no dejaron ir a votar a miles de salvadoreños.
Durante la segunda vuelta, salieron a votar los presos -situación comprobada-, cientos de vigilantes del FMLN que votaron doble, a esto debemos sumar diferentes publicaciones periodísticas en las que funcionarios del partido de gobierno hablan de apoyar en el proceso entrega de DUI o entregar millonarias cantidades de dinero a las maras por el respaldo recibido en la conformación del fraude.
A pesar de todas las trampas y, con un estrecho margen totalmente cuestionable, apareció el Tribunal Supremo Electoral, tomado por el FMLN, avalando todas estas abominaciones y declararon ganador a Sánchez Cerén, quien, a partir de ese día se convirtió en el primer presidente ilegítimo de El Salvador en este siglo, y esperamos que también sea el último.
Todos sabíamos, antes de la elección, que el Tribunal Supremo Electoral respondía a los intereses del FMLN, que no permitieron que se abrieran las urnas para que se conociera la verdad y, en todo momento, mostraron su parcialidad y favoritismo.
Ese fraude no tiene que ver con el pasado, sino que con nuestro presente, porque hoy nuestro país está peor que nunca, pues además de tener un presidente ilegítimo, este personaje no tiene ni la capacidad moral, ni intelectual, ni la altura política para ser el presidente de todos los salvadoreños. Al contrario, sus apariciones desatinadas nos llenan de vergüenza.
En la última encuesta de la UCA, que tradicionalmente ha tendido a favorecer posiciones de izquierda, a Sánchez Cerén solo lo evalúan bien los votantes incondicionales del FMLN (20 %). Esto nos confirma que el profesor es el mandatario del partido de izquierda, no el que queremos y necesita el país.
Los militantes del FMLN son los únicos que están felices con el país que tenemos, pues su objetivo es el de siempre: destruirlo y hacer de El Salvador una dictadura, eso es lo que siempre han querido imponernos, antes desde la montaña y hoy desde el control de las instituciones del Estado.
La debilidad de nuestras instituciones democráticas, y lo fácil que le resulta al FMLN manipularlas, nos ha llevado a tener al peor presidente y al peor gobierno en la historia de El Salvador.
Sin embargo, para ellos, vivimos en un país de fantasía que no se corresponde con la realidad de los salvadoreños y para muestra la reciente visita de los titulares de tres carteras estratégicas para el desarrollo de nuestro país, por los beneficios directos a los compatriotas y, a pesar de su importancia, Educación, Salud y Seguridad presentan reducción en sus asignaciones presupuestarias.
En Educación, el ministro, ante los cuestionamientos por los resultados de la Paes, dice que no es el examen más adecuado para evaluar los conocimientos; bueno, veamos entonces el examen de admisión de la Universidad de El Salvador, de 18 mil 485 aspirantes a ingresar a la institución solo 3 mil 217 (17 %) pasaron.
En Salud, “todo está bien”, pero no resuelven los problemas de las tuberías en el Hospital de la Mujer –de reciente inauguración- y no reconocen el aporte que han tenido los gobiernos locales para controlar la proliferación del dengue, chikunguña y zika, ante la incapacidad del Estado para atender todo el territorio, para terminar en Seguridad, que sigue siendo el principal problema a resolver para los salvadoreños, celebran el cierre del año con 5 mil 278 personas fallecidas, víctimas de la violencia.
Pero “todo está bien”, por supuesto, si tomamos en cuenta que vivimos en un país gobernado por mediocres, con proyectos fracasados, que insisten todos los días en divulgar su ideología del odio, que hunde a la gente en la pobreza, la inseguridad y la desesperanza. Ese es el país que quiere el 20 % del FMLN, no el que queremos y anhelamos el 80 % de los salvadoreños.
Nuestro partido tiene una buena oportunidad de cara a la próxima elección de alcaldes y diputados, esa será la mejor oportunidad que tendremos los areneros de presentar a nuestros mejores candidatos, con propuestas, con trayectoria de servicio y con la credibilidad para que los votantes reconfirmen su confianza en nuestro partido, para conducir los destinos de la patria.
Esa credibilidad pasa por cumplir con un proceso transparente y totalmente apegado a nuestros estatutos y la Ley de Partidos Políticos, eso nos reafirmará como el único instituto respetuoso de la democracia y capaz de llevar a El Salvador por el camino del desarrollo.
*Diputado.