El día de hoy amaneció el sol alumbrándonos como hace 25 años, cuando se reunieron las fuerzas en pugna del conflicto, a iniciativa de hombres de buena fe, acompañadas por la Iglesia, pacifistas, y gobernantes liderados por el presidente Cristiani.
La diferencia entre ese día, con el día de hoy, 25 años después, es que en ese entonces vimos un sol que amaneció alumbrándonos con una luz cargada de esperanzas, de fe, de confianza.
ESPERANZA, en que cesara una prolongada guerra que desangraba nuestra querida patria.
FE, de todo un pueblo deseoso de alcanzar la paz y vernos abrazados por la reconciliación.
CONFIANZA, en los artífices que jugaban un papel de gran envergadura, y en los ejecutores que con madurez política iban a darle un verdadero sentido y seguimiento a dicho pacto.
Reconozco el loable esfuerzo que hicieron los miembros de la mesa de negociación que, en un acto sincero, se dieron la mano con la única intención de pactar a través de una serie de piezas, la oportunidad de darle paso a una democracia incipiente, procurar el cese de fuego, dar paso a la paz.
Desgraciadamente el tiempo sería el testigo de una metamorfosis inadecuada y trastocada de una democracia incipiente, que terminó siendo utilizada solo para los discursos políticos como estandarte. Y de una paz que duró poco, pasó a ser parte de esa metamorfosis y también cambió su esencia.
La política se ha convertido en un modus vivendi para muchos, la corrupción, en el pan diario, y los grandes anhelos e ideales han pasado únicamente a llenar libros de texto para los estudiantes.
A diferencia de hace 25 años, el sol que hoy nos alumbra, se ve opacado por nuestra actual realidad. Viendo en retrospectiva, con el tiempo, fueron aflorando los intereses únicamente partidistas, donde la palabra patriotismo no encontró cabida. Y los grandes ideales de un mejor El Salvador se fueron esfumando, dando paso a muchos antivalores, comenzaron a verse síntomas claros de una sociedad enferma, carente de todo aquello que se pretendió en dicha firma.
Somos hoy un pueblo cabizbajo que ha centrado sus esperanzas en políticos y se siente traicionado, pues no hemos entendido que para que un país camine en la dirección correcta tenemos que formar parte de su engranaje.
Somos un pueblo forjado con duro trabajo, pueblo estoico y valiente, pueblo que salió por años en busca de su pan diario incluso bajo las balas de la guerra. Somos un pueblo con tradiciones y valores, pero hoy nos sentimos aminorados y no levantamos cabeza para reclamar los derechos fundamentales del hombre: vivir en paz, democracia y libertad.
Hoy celebramos una firma, que nos llevó a trascender las fronteras de la guerra, sin fusiles ni armas, sino a través del entendimiento.
Hoy celebramos el recuerdo de una plataforma, que pudo haber cambiado el curso de nuestra historia y llevarnos por el camino del progreso, con la pluralidad respaldada por la unidad y fundada en la reconciliación.
Sin embargo hoy, solamente nos quedamos celebrando una firma que llevó al partido político al gobierno actual. Hasta se nos olvida que celebramos la iniciativa que dio punto final a la guerra.
Espero en Dios que lleva inscrito mi escudo patrio, ilumine esa fuerza silenciosa de pueblo, para que tengamos un despertar y nos dispongamos a reclamar los derechos elementales de una sociedad mínimamente exigente, en un solo grito de basta ya. Todavía tengo fe en que algún día mi patria El Salvador va a gozar de una verdadera y anhelada PAZ.
*Colaboradora
de El Diario de Hoy