El Pato Donald es un personaje del genial Walt Disney que, con un carácter simplón y alegre, intentaba ver los sucesos con cierto optimismo.
Sus momentos de cólera, empero, son los que más lo tipificaban. El buen animalito, para decirlo en salvadoreño, se encachimbaba de veras: pateaba fuerte el suelo con una de sus patas, empezaba a echar vapor por las orejas, a ponerse colorado y, en ocasiones, hasta salía propulsado por los aires. Pero era sencillo, cariñoso, bueno.
El Tío Rico Mc Pato, en cambio, era un pato serio y enojado que no se andaba con cuentos: como fuera, conseguía lo que quería. Inmigrante de Escocia, era el pato más rico de Patolandia y el más avaro también.
Recuerdo que, en bachillerato, estudiamos “Para leer al pato Donald”, donde Dorfman y Mattelart argumentaban que todas las creaciones de Disney eran un arma más de la guerra fría para justificar y diseminar la ideología imperialista por el mundo. Un profesor, ahora alto funcionario de los últimos gobiernos, nos lo hizo leer. Grandes discusiones se armaban en clases. Eran, también, los tiempos de la simpática “Mafalda”, sublime personaje de Quino. Este sí desde sus inicios, se planteó como un instrumento político para discutir y oponerse a la “ideología del imperialismo”.
Donald, el pato, fue concebido durante la primera mitad del siglo pasado, el siglo en que más cambios ha visto la humanidad. Hizo su debut en 1934. Nadie, en los albores del siglo podría haber adivinado los cambios que esos cien años traerían a la humanidad. Aunque quizá Santos Discepolo sí: “Siglo XX cambalache, problemático y febril. El que no llora, no mama, y el que no afana es un gil…” escribiría (¡en 1934!, vaya coincidencia) para que cantara Carlitos Gardel, haciendo famosa la letra. Letra fuerte, como fuerte era el movimiento del tango. “Todo es igual. Nada es mejor ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor! ¡Cualquiera es un ladrón!”.
Quien naciera en 1946 y el día de ayer, a sus setenta años, dejó de ser un simple Donald, deberá ser estudiado en serio por quienes hacen de la política su forma de vida. “Against all odds” habrán de titular el libro que describa su carrera hacia la Casa Blanca. Llegó allí contra todo pronóstico y con vientos en contra. Huelga decir que no conozco personalmente a Trump; tampoco, me atrevo a apostar, ninguno de nuestros políticos y funcionarios siendo, como él es, un outsider de la política. Tal vez alguno de nuestros empresarios hoteleros haya coincidido con él en alguna feria hotelera. Nuestra Cancillería estará en mayores aprietos de los que ha tenido hasta ahora. Tendrán que ser muy cuidadosos pues el hombre no se toca nada para decir lo que quiere. Por si alguien lo dudaba, lo demostró en su discurso de toma de posesión, cuando expresó, rodeado por todos aquellos a quienes iba dirigida las frase “No estamos traspasando el poder de una administración a otra, o de un partido a otro, estamos trasladando el poder desde Washington a ustedes, el pueblo. Este es su momento”.
Lástima que Santana está en la cárcel en Brasil porque para los hacedores de imagen, Trump es un ejemplar para analizar. Los estudiosos y vividores de la política han encontrado alguien que les puede enseñar mucho, todos los demás nos congratulamos de tener una Primera Dama a quien observaremos de cerca con mucha mayor atención que a las anteriores.
*Sicólogo y colaborador
de El Diario de Hoy