Tono Rodríguez Porth

Este Editorial es para honrar a un verdadero patriota y libertario que, en vísperas de los acuerdos de paz, vertió su sangre como tributo para su país: Antonio Rodríguez Porth.

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22 January 2017

Hola Tono. Nunca te conocí, así que pido disculpas por “tutearte”, pero he leído mucho sobre ti y tus ideas, por lo que creo que somos amigos. Ahora te escribo, a 27 años de tu muerte, directo al cielo a donde estás, ya que, siendo Ministro de la Presidencia del gobierno de don Freddy, un comando urbano del FMLN acabó con tu vida.

El tuyo fue uno de los tantos “crímenes de guerra” que fue investigado por la Comisión de la Verdad de 1993, pero –como seguramente sabrás– los resultados de esa investigación no llegaron a nada. Supongo que esto es algo que no te preocupa, ya que tú, igual que tu viuda, doña Ana María, nunca fueron vengativos. No. Lo tuyo no era eso de “meter preso” a nadie, era más eso de evitar que tu querido pulgarcito cayera en manos del comunismo. Doy fe de eso, por que aún siendo niño, te veía en televisión dando tus ardientes discursos, defendiendo la libertad en todas sus formas: libertad de empresa, libertad de pensamiento, libertad de expresión, libertad política. ¿Sabes Tono? creo que al fin de cuentas, eso te costó la vida. Ser libertario en El Salvador en los 80, no era cosa fácil, era cosa de héroes.

Tenías tan solo ocho días de haber asumido el cargo, cuando tú y tu motorista fueron ametrallados en tu carro, cuando te disponías para salir al trabajo. Tu sangre, Tono, se mezcló con la de tantos miles de salvadoreños creyentes en la libertad. A ti te mataron esos que no creen ni en la libertad ni en la democracia, ya que tu cobarde asesinato fue a unos cuantos meses de la firma de los Acuerdos de Paz que en estas fechas conmemoramos. ¿Por qué? Porque seguramente esas fuerzas oscuras lo querían sabotear, más no sabían que los hombres que llevan la paz adentro de sí, no sucumben ante las atrocidades cometidas por los amigos del odio y la violencia, sino que se mantienen firmes, con su vista fija en un futuro mejor para su país y sus hijos.

Cuando tú tomabas el micrófono Tono, la guerrilla temblaba. No eras un hombre de armas, sino de ideas. Señalabas sus errores, la forma equivocada en que actuaban. Tu brazo era firme, no era de esos que se doblan. A ti no había forma de comprarte, como algunos políticos que vinieron después de ti, que entregaron su país por un plato de lentejas. Tu única arma eran tus convicciones; tu escudo, tu familia; tu protección, el Dios en el que creías. 

Desde tu asesinato han pasado seis gobiernos diferentes: Cuatro administrados por presidentes provenientes de ARENA y dos por el FMLN. Ninguno se ha preocupado por esclarecer y llevar a tribunales a los responsables de tu asesinato. Es que Tono, tu asesinato es incómodo, pero más allá de los oscuros intereses que se han ocupado de que tu sangre no sea llevada a los tribunales, esa misma sangre ha servido de abono para sembrar un fértil jardín de ideas, para que aquellos que como tú, creemos en la libertad, sigamos luchando por ella.

Te voy a ser sincero, Tono, igual que tú tuviste miedo –por el hecho de ser humano–, yo también lo tengo. El gobierno es represivo y no le simpatizan las voces disidentes, pero aquellos que amamos El Salvador, simplemente no nos podemos quedar callados. Te soy honesto, yo quisiera que mis editoriales fueran de arte, música y literatura. No quisiera estar señalando los errores del gobierno, sino dedicándome a mi profesión y a mi familia, como seguramente tú hubieras querido dedicarte de lleno a tus negocios y a tu familia. Pero no nos queda de otra. A veces el destino nos hace luchones, cuando la libertad de todos, de tus hijos, está en juego.  

Tenemos miedo, Tono. Los que luchamos por la paz, por la sensatez, por el progreso, por la pluralidad, por la tolerancia, por la democracia, tenemos miedo. Pero por favor tené en claro que nunca vamos a parar, aún y cuando nuestra seguridad esté en peligro, para eso sirvió tu ejemplo. Ahora Tono, tus hermanos libertarios hemos tomado tu bandera y 27 años después de tu muerte seguimos en la lucha. ¿Somos ingenuos? Pues no sé, pero la verdad es que nunca dejaremos de luchar por El Salvador.

Este Editorial es para honrar a un verdadero patriota y libertario que, en vísperas de los acuerdos de paz, vertió su sangre como tributo para su país: Antonio Rodríguez Porth.


* Abogado, máster en leyes.
@MaxMojica