En su fábula poética “Los dos conejos”, Tomás de Iriarte narra el fin que tuvieron dos conejos que, a la entrada de la madriguera, se pusieron a discutir si los perros que perseguían a uno de ellos eran galgos o podencos. Distraídos estaban en esa absurda discusión cuando los perros llegaron y los devoraron.
Pareciera que algo semejante le está sucediendo al país. De nuevo el gobierno parece haber hecho caer a la oposición política –y a otros sectores de la sociedad civil bien intencionados– en su distractora y trillada artimaña del diálogo, esta vez, dizque para firmar un acuerdo fiscal. Es un deja vu político en el que la ingenuidad o la complicidad pueden sacrificar el desarrollo y el progreso de los salvadoreños.
Pero mientras las “fuerzas vivas” del país se distraen buscando cómo darle más dinero al gobierno, la delincuencia, el desempleo, la pobreza, la corrupción y el populismo siguen devorando a los salvadoreños cuales feroces perros de caza.
Pongamos las cosas en su justa perspectiva: Los gobiernos del FMLN han sido los que más impuestos han cobrado a la sociedad y los que más han endeudado al país. Los 22 nuevos impuestos le recaudaron $8,700 millones sobre lo que normalmente se recauda, y los préstamos recientes suman $8,100 millones adicionales. Y aunque las tasas de crecimiento del país promedian 2 % anual, los ingresos tributarios han crecido en promedio 8 % al año. Esto nos indica claramente que el gobierno del FMLN es el que más dinero ha tenido en la historia del país y que el problema de El Salvador no es un problema fiscal, sino un problema de modelo fracasado.
Una pregunta que desde hace algún tiempo nos venimos haciendo muchos es ¿y qué han hecho todo ese dinero? La respuesta está en las abultadas planillas de nuevos “empleados públicos” que cada año suman más de $600 millones adicionales al presupuesto, en el despilfarro del gobierno y en sus desatinadas políticas públicas, y por supuesto en el “buen vivir” de los funcionarios de turno.
La razón de fondo de por qué el dinero nunca les será suficiente al FMLN es porque su prioridad sigue siendo sustituir la democracia por el socialismo corrupto y totalitario, siguiendo el modelo venezolano. En eso se gastan su cabeza y el dinero de los salvadoreños.
A esto hay que agregar que, por experiencias anteriores, los salvadoreños sabemos muy bien que el FMLN siempre ha violado sus pactos políticos. Nada garantiza que esta vez será diferente, aun cuando se comprometan ante testigos “notables” como los organismos multilaterales de crédito. El único pacto que el gobierno del FMLN ha cumplido es el que hizo en 2012 con las maras delincuenciales.
Por eso sentarse a negociar con ellos un supuesto acuerdo de ajuste fiscal es pérdida de tiempo para los políticos y de dinero para los contribuyentes. Los problemas no se resolverán dándole más dinero a un gobierno que financia clientelismo político, que administra mal los recursos de la gente y que destruye la democracia desde el mismo Estado.
En lugar de discutir el problema coyuntural de flujo de caja ocasionado por el mismo gobierno ¿por qué mejor no provocar diálogos para crear las condiciones para generar más empleo? ¿Por qué no exigir una auditoría de plazas públicas para eliminar el oneroso clientelismo político? ¿Por qué no discutir el fortalecimiento del marco legal para blindar las instituciones contraloras ante la manipulación política? ¿Por qué no evitamos que el virus del socialismo fracasado continúe destruyendo nuestro país? Esta debería ser la agenda de los partidos políticos y de la sociedad civil ante la apremiante situación en que vivimos.
No nos distraigamos en discusiones equivocadas. El vehículo que lleva al país al abismo no necesita más combustible, sino cambio de rumbo.
*Expresidente de ANEP
@DaboubJorge