La encuesta de la UCA…

La falta de respuesta a las necesidades de la gente, la corrupción y el creciente deterioro institucional son algunas de las causas que podrían “conllevar en el mediano plazo a un progresivo agotamiento del sistema político salvadoreño”.

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25 January 2017

El Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP,) de la UCA,  presentó los resultados de  la encuesta sobre el estado del país y la democracia a 25 años del acuerdo de paz. Sobre la democracia se señala que el 65.9 % de los consultados considera que ha “mejorado” poco o nada. En cuanto al “sistema político” el 81.8 % aseguró estar poco o nada satisfecho con su funcionamiento, mientras que el 82.4 % se expresó en el mismo sentido cuando se le preguntó sobre el “sistema de partidos” agregando, en este último aspecto, que el 75.5 % cree que este es el ámbito que “menores avances” ha presentado durante estas dos décadas y media después del pacto de Chapultepec. Existe, por tanto, una “alta insatisfacción ciudadana” con “las instituciones claves del país”.

Es muy probable que los entrevistados asocien ambos tipos de sistemas, el político y el de partidos, al comportamiento de quienes integran a estos últimos. Lo contrario podría hacernos creer que la población está de acuerdo con la sustitución de los partidos por otros “sujetos” que, sin “ataduras ni controles”, se encarguen de administrar el poder político. Ciertamente a los partidos se les juzga, en buena parte, por la conducta de quienes les representan en la Asamblea Legislativa, en los concejos municipales o en el Órgano Ejecutivo. Otra forma de evaluarlos, que recientemente ha tomado importancia, tiene relación con lo dicho de manera reiterada en esta columna de opinión: la transparencia con la que manejan los fondos que reciben y la apertura que revelan permitiendo la entrada de nuevos liderazgos.

La falta de respuesta a las necesidades de la gente, la corrupción y el creciente deterioro institucional, son algunas de las causas que, según el estudio de opinión, podrían “conllevar en el mediano plazo a un progresivo agotamiento del sistema político salvadoreño”. Algunas de estas condiciones, y la falta de atención y diligencia para corregirlas, terminaron sepultando la estabilidad política en varios países suramericanos en los que se reemplazó a los partidos por individuos cuyo propósito fue el de concentrar el poder en una sola persona con la finalidad de  ejercerlo arbitrariamente. 

La solución no está en relevar a los partidos políticos de la función que cumplen en una democracia. De hecho la misma encuesta de la UCA advierte que “tres de cada cuatro ciudadanos (76.4 %), consideran que la democracia sigue siendo el mejor régimen político para el país, aunque tenga problemas”. Seguramente el tipo de democracia al que la gente se refiere es el “electoral”, porque a través de las votaciones tienen la posibilidad de cambiar a quien lo está haciendo mal. Se trata entonces de renovar a las personas sin desbaratar al sistema. La irrupción de nuevos partidos, con arraigo democrático y que se alejen del populismo, así como la modernización de los institutos políticos tradicionales, ambos con la firme convicción de promover la transparencia, el acceso a la información pública y el combate a la corrupción, es la mejor estrategia para revertir la percepción de la gente sobre el desgaste del sistema democrático.

La encuesta también se refiere a “la valoración negativa sobre el grado de cumplimiento de los acuerdos de paz” y a la opinión mayoritaria, casi el 85 %, que se muestra favor “que el país adopte una nueva Constitución que reforme el sistema político salvadoreño”. Respecto del último punto entendemos que los entrevistados siguen equiparando al sistema político con los partidos. Para reformar a estos últimos no es necesario un cambio a Ley Fundamental. Basta con que las instituciones encargadas de regularlos les obliguen a cumplir la ley y, principalmente, que los ciudadanos elijan a los mejores candidatos para que tomen el mando al interior de las organizaciones partidarias y de esa forma se presenten mejores opciones a diputados, alcaldes y presidente.
 
Sobre el cumplimiento del acuerdo de paz, tanto la democratización del país, como el respeto a los derechos humanos y la reunificación de la sociedad salvadoreña, deben juzgarse en su justa dimensión. En 1992 se terminó con los fraudes electorales, se aplacó la represión y los salvadoreños aplaudieron la terminación del conflicto armado. Veinticinco años después el desagrado con la democracia no puede imputársele a aquel convenio histórico. 
 

*Columnista de El Diario de Hoy