Los que conocimos a Paco Flores lo extrañamos, lo recordamos y añoramos su presencia. Lo recordamos como siempre fue:lleno de vida, emprendedor, motivado por una visión positiva que contagiaba a sus amigos.
Su trato con reyes, campesinos, con niños, era el mismo: respetuoso, humoroso y horizontal. Su mente aguda y su fácil sentido del humor siempre le ayudaron a hacer muchas amistades, pero también provocaban la envidia de tantos pobres de espíritu. Su recuerdo nos colma de sonrisas y también de lágrimas.
Sonreímos cuando nos acordamos de sus anécdotas, de sus chistes, de su trato jovial y amistoso, de su profundo conocimiento, de su gran amor por la vida y por El Salvador. Cuando nos acordamos de las circunstancias de su muerte prematura, provocada por las envidias de mentes retorcidas, por rencores de poderosos con almas podridas, por intereses mezquinos de aquellos que deben ser imparciales, por la ignorancia deliberada de muchos, se nos quiebra la voz , y se empañan nuestros ojos por el llanto.
Los que lo conocimos lo recordamos en sus dimensiones de padre ejemplar, amigo entrañable, y singular estadista. Fue el mejor presidente de la historia reciente de El Salvador. Es amado y respetado por toda su familia. Su repentina partida dejó un enorme vacío en las vidas de tantas amistades.
Nos tomó la delantera en nuestro efímero paso por este mundo terrenal, pero creemos que nos espera, con su espontánea sonrisa, en el reino infinito del Señor.
*Colaboradora de El Diario de Hoy.