Chepe es un buen ciclista, el mejor que existe, solo que es teórico. Chepe nunca ha andado en bicicleta, ni siquiera de esas con canastito al frente con rueditas en la parte de atrás. De hecho, nunca ha tenido ninguna bici, nunca supo cómo guardar equilibrio, nunca se raspó las rodillas intentándolo; eso sí, desde joven tuvo pasión por el ciclismo, por lo que leyó todos los libros sobre ciclismo a los que le pudo echar mano.
Ese detallito de no poder andar él en bicicleta, nunca lo detuvo. Decidió estudiar ciclismo en la Universidad, en donde sentó sus bases ideológicas, obteniendo diversos diplomados sobre ciclismo en Cuba y Venezuela. Ahora, a pesar de que nunca ha puesto sus pies en unos pedales, es toda una autoridad en la materia. Tan es así que su voz se oye habitualmente en entrevistas de radio, televisión y prensa escrita, en donde con voz profunda, pausada y llena de sabiduría, dicta largas y eruditas lecciones sobre ciclismo.
Su pasión por el ciclismo empezó desde muy joven, cuando veía a verdaderos ciclistas pasar raudos y veloces por el pueblo de su niñez. Él se sentaba afuera de su escuela a verlos pasar, y con ese agudo sentido de justicia que lo caracteriza, razonaba: “ve, qué chiche ser ciclista. Qué fácil les va en la vida a esos que tienen bicicleta. Van a donde quieren y bien cómodos. Todos deberíamos ser ciclistas y todos deberíamos de tener una bici de esas bonitas”.
Lo que no veía Chepe eran las penurias que pasaban los verdaderos ciclistas: se pegaban severendos raspones para aprender a andar en bici, más de alguno intentó ser ciclista y por las somatadas que se pegaba, se quedaron solo con las ganas de serlo. Otros decidieron comprar una bici a cuotas en el almacén del pueblo, y luego se sacrificaban pagando las cuotas en vez de comprar juguetes, dulces o guaro. Además, tenían que pagar repuestos y mantenimiento para tenerlas nítidas. Si bien es cierto que a simple vista se veía que iban manejando por ahí bien cómodos, lo que Chepe no veía era cómo le hacían para subir las cuestas del pueblo, “volando pata” sin ayuda de nadie. No es así nomás ser ciclista. Cuesta trabajo, constancia y sacrificio, y la verdad es que no todos pueden serlo, solo aquellos que son emprendedores, que no le tienen miedo al sacrificio y que están dispuestos a arriesgarse a los raspones con tal de andar en bici.
A pesar de que por sus diversos estudios superiores, Chepe entendía todo lo que significa ser ciclista, y cómo funciona esa magia que hace que ese conjunto de ruedas, manubrio, sillón, cadenas y pedales pueda desafiar la gravedad manteniendo al armatoste en forma vertical, la verdad es que no es la teoría la que nos hace ciclistas: nunca se llega a serlo a menos que uno se suba en una bicicleta.
Chepe es uno de los montones de ciclistas teóricos como los que ahora hay en el Gobierno. Cuando estaban en la montaña, para luego pasar a ser oposición, o desde el púlpito o las aulas universitarias, dictaban sesudas cátedras sobre cómo administrar la cosa pública, sobre cómo mejorar las finanzas públicas, sobre cómo –desde el Estado- promover la justicia social y la igualdad para el pueblo, sobre cómo erradicar la delincuencia y corrupción, sobre cómo manejar eficientemente los impuestos e incentivar el desarrollo y bienestar para todos, y así, un largo etcétera de beatíficas buenas voluntades. El problema es que cuando se les da la bicicleta a los ciclistas teóricos, no caminan ni un metro cuando se pegan el primer sopapo. Y el verdadero problema es que no solo se golpean ellos, sino que se pasan llevando a todo ciudadano que se les atraviesa y de paso, arruinan la bicicleta del golpe.
Espero que en El Salvador, algún día, entendamos que la cosa pública debe ser administrada por quienes tienen capacidades académicas y administrativas comprobadas, ya que administrar un país eficientemente, no es muy diferente a administrar a una empresa de forma eficiente. Es bastante improbable que una persona que toda su vida se la pasó haciendo la guerra o agitando a las masas, que nunca ha administrado nada, que nunca ha producido nada, que nunca ha fundado una empresa, mantenido empleados o pagado impuestos, por arte de magia, solo por haber sido electo por voto popular, se convierta en un gran estadista, en un sobresaliente ministro o en un buen administrador. Si no me creen, por favor vean el caso de VECA o la forma en que se estructuró el Presupuesto General de la Nación para 2017.
Se es ciclista únicamente subiéndose en una bicicleta y teniendo éxito en manejarla; los ciclistas teóricos están ahí solo para hablarnos bonito.
*Abogado, máster en leyes.
@MaxMojica