Mucho ruido, pocas nueces

El alcalde se perdió por su estilo mucho ruido y pocas nueces. Ruido empalagador de su ego campaña Una Obra Diaria. Pocas nueces, pues del dicho al hecho hay un largo trecho.

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30 January 2017

El FMLN gobernó San Salvador, entre 1997 y 2009. Luego vinieron seis años en los que la capital de la nación se pintó de tricolor, y en 2015 doña capital se viste de celeste con la llegada, procedente de la comuna de Nuevo Cuscatlán, de un joven con nombre raro y apellido palestino.

De blazer celeste, calcetines chillantes, y abordo del partido rojo, el nuevo y flamante alcalde le gana al tricolor por seis mil votos, con promesa de replicar su obra, ciudad milagro, en la capital.

Supuesto publicista de profesión, la victoria llega gracias a su mantra Nuevas Ideas, una réplica de la campaña de la carioca destituida, Dilma Rousseff. En el código de ética del publicista, la copia se llama vil fusil, pero al alcalde le vale sorbete.

Una docena de años sumaron los mandatos de Silva, Zamora y Menjívar, suficiente tiempo para una capital con números rojos, bien rojos, al igual que su partido. En 2009 Chamba, el paciente de cuidados intensivos, pasa a cargo del Dr. Quijano quien, gracias a Dios, lo logra estabilizar, y además duro trabajar para un pulmón llamado Bicentenario podernos heredar.

El rumbo se vuelve a perder, cuando la silla del edil la ocupa el Salvador de Nuevo Cuscatlán. ¡Cuál Salvador! Atrás del telón una millonaria deuda, como la que los señores de Alba dejaron atrás del avión.

El alcalde se perdió por su estilo mucho ruido y pocas nueces. Ruido empalagador de su ego campaña Una Obra Diaria.  Pocas nueces, pues del dicho al hecho hay un largo trecho.

Obra # 200, San Salvador 100 % iluminada (ruido);  una gran oscurana cuando de madrugada pedaleamos y corremos.

¡La deuda de Nayib Cuscatlán es migajas, comparada con el hoyo que está dejando en San Nayib! Veamos:

Contrato turbio de $24 melones por las luminarias.

Contrato de arrendamiento sin sentido, del “mejor mercado de Centroamérica (ruido), por $85,000 mensuales durante 25 años. Multiplique 85 x 300, y esos 25.5 millones en su pantalla son cortesía de los capitalinos. Pocas nueces, y medio vacío, porque a los vendedores no les gusta.

No sé qué número de obra, cámaras de vigilancia en el Centro Histórico, otro contrato turbio, y mucho más galán, que nos enhueva a los capitalinos  por 20 años y $298 melones. Turbio también es que la guayaba se la llevó la empresa que más caro ofertó, y resulta que gato por liebre nos dio.
Más turbio es que de las condiciones del contrato nunca habló, y en vez de a la ciudadanía explicar, a varios periodistas de la conferencia de prensa decide echar.  ¿Metida de pata por inexperiencia? Obviamente, uno no se pelea con la cocinera.

Inexperiencia también, cuando armó berrinche al salir a luz su presunta vinculación a un plan macabro de replicar los sitios web de LPG y EDH, para que un búnker de payasos sin gracia pudieran manipular la información. Resulta que en pleno día laboral, el alcalde concentra gente que nada pierde con salir a chotear, una que otra piedra tirar y un Don Pollo disfrutar. Muy gallito, frente al edificio del fiscal, lo decide retar con un “Y si fui yo, a quién le importa”. Pues fíjese NB, que a la mayoría de salvadoreños, ¡sí nos importa!

Nos importa que diga que no cobra sueldo, y que se haga acompañar de varios parientes para dizque dirigir la comuna. En el código de ética gubernamental eso está prohibido, pero a usted le vale sorbete.

Nos importa estar paga y paga impuestos para mantener burócratas y financiar proyectos gato por liebre.

Nos importa el descaro con que se sigue glorificando, a pesar de tanto trapo chuco que sale de la comuna desde que Norman le pasó el bastón.

Y eso que no hemos hablado de los abultados millones que, desde 2009, turismo le ha asignado al publicista NB. En el código de ética de la libre competencia, eso se llama chanchullo, pero ustedes, como si nada.

Me tiene sin cuidado que algo huela mal en Dinamarca. Me tiene preocupado que mucho apeste en la ciudad donde dejé mi ombligo.
 

*Columnista de El Diario de Hoy.
calinalfaro@rmail.com