Modernización del Estado podría ahorrar muchos millones

En lugar de dar trabajo a gente que no produce o que “enrarece” el clima laboral quizá convendría crear un Ministerio para Ayudar al Amigo, que se encargaría de determinar a quién se desea ayudar y depositarle quincenalmente un estipendio.

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Por Elizabeth Castro

03 November 2017

El criterio para contratar nuevo personal en el gobierno según parece no se encamina a enriquecer la fuerza laboral para alcanzar determinados objetivos de producción de acuerdo a una programación, sino prevalece la motivación de ayudar compañero, a los hijos del compañero, al recomendado de algún “macizo”, a la amiga de la esposa de alguien importante y a la parentela. Las llamadas “cargadas” siempre han existido en cada gobierno pero nunca en los niveles industriales como ahora. Cálculos conservadores estiman que en los últimos ocho años el sector público ha crecido en alrededor de 40,000 nuevas plazas que significan para el erario más de 700 millones de dólares anuales.

En este tipo de contratación el perfil del puesto sale sobrando lo mismo la capacidad intelectual, conocimientos y experiencia, estudios y nivel académico si es que existen y mucho menos la moralidad. Se dice que solo en el Ejecutivo existe una diversidad de dependencias que no producen nada, no se asignan funciones específicas ni metas de producción. Según se sabe en los puestos de confianza la relación laboral es todavía más oscura. Se desconoce qué hace o qué produce, comúnmente se “salta” las instancias, no rinde cuentas y desaparece por temporadas.

Como consecuencia, los organismos del Estado se han hipertrofiado y las estructuras organizativas infladas no precisamente para incrementar la velocidad de los procesos y aumentar el volumen de productos finales sino para ubicar contra viento y marea a los nuevos burócratas.

Si se comparan la organización y funcionamiento de dependencias de hace apenas unos diez años con las actuales sin mayores diferencias en cuando a la carga de trabajo, fácil es determinar que donde antes habían solamente tres departamentos ahora hay doce haciendo prácticamente lo mismo. Por su diligencia, profesionalismo y entrega las primeras jefaturas eran suficientes para salir adelante con el trabajo, ahora disponen de una variedad de asesores, colaboradores, ayudantes, archivistas, digitadoras, recepcionistas, motoristas y seguridad.

El fenómeno es posible observarlo también en el nivel operativo y así vemos que hace unos doce años dos secretarias competentes hacían lo que ahora hacen ocho, distribuidas así: una secretaria privada para el jefe, otra se encarga de la correspondencia, otra solamente archiva, otra únicamente contesta el teléfono, otra atiende la sala de reuniones, otra es la encargada del café y la más novata es ayudante de cualquiera de las anteriores.

Conversando con un experto en alta gerencia me explica que en caso que el estado se modernizara y aplicando tecnologías de última generación a los recursos humanos, equipos, procesos y productos finales no sería nada raro que el sector público pueda reducirse en un 40 %, quizá más, con el plus que se ahorrarían muchos millones de dólares y se alcanzaría un mayor nivel de eficiencia. Para comprobar lo anterior bastaría con estudiar una muestra representativa que podría ser por ejemplo la Asamblea Legislativa y analizar las relaciones costo/producción, costo/resultados y costo/beneficios para el país.

Es casi seguro que los costos andan por las nubes y la producción, resultados y beneficios para el país, por el suelo. En lugar de dar trabajo a gente que no produce o que “enrarece” el clima laboral quizá convendría crear un Ministerio para Ayudar al Amigo, que se encargaría de determinar a quién se desea ayudar y depositarle quincenalmente un estipendio de acuerdo a una especie de escalafón. Con este método los departamentos de RR. HH. no se verían en aprietos para ubicar a tanto recomendado, no habría necesidad de inventar cargos nuevos que no se necesitan, probablemente habría menos fracasos y desaciertos ya que se evitaría en gran medida la improvisación.

 

*Colaborador de El Diario de Hoy