En 2013 inició un escrutinio público para una mujer que nunca lo pidió. De hecho, quizá nunca habría imaginado que los últimos acontecimientos de su vida trascenderían fronteras. Durante poco más de cuatro largos años, de 2013 a 2017 —más de 35 mil horas— la vida de esta mujer fue lanzada y devorada por la opinión pública. ¿La razón de ello? A todas luces, la falta de justicia social de El Salvador. Parece que no fue hace mucho cuando el nombre de aquella mujer lo conoció el país entero; el nombre de Beatriz García.
Resulta impresionante que hablar de justicia social en El Salvador está enormemente estigmatizado. Quizá se debe a que vivimos en un país altamente polarizado y anclado a los extremos ideológicos de izquierda y derecha; pero quienes repudian el concepto solo usan, por completo o a medias, una máscara para esconder el verdadero rostro de la doble moral que tanto daño le hace a nuestra sociedad.
Otros solo pecan de ignorantes, aunque también que hay mucho de ignorancia detrás de la doble moral.
A la vez que portaba un feto cuya vida no era viable, Beatriz padecía de una enfermedad autoinmunitaria. Pero su principal problema sobrepasó su estado médico; el sistema de justicia, el precario sistema de salud y aquellos miembros de nuestra sociedad que más que promulgar una religión promulgan una doble moral, le arrebataron su poder de decisión. Numerosas voces ultraconservadoras y numerosas instituciones del Estado, incluyendo a Casa Presidencial con su silencio, le arrebataron a Beatriz el poder de decisión sobre su propio cuerpo. La sometieron a un sistema con un desdichado desarrollo en educación y salud, incapaz de erradicar la pobreza y que nunca les otorgó a ella ni a miles de salvadoreños las libertades más básicas.
A inicios de octubre del presente año, después de haberse sometido a los prejuicios y a la injusticia social que reparte con despilfarro el Estado y la sociedad misma, Beatriz falleció en un hospital de San Miguel a causa de una neumonía. Antes había sido transferida de un hospital de Jiquilisco, que se encontraba inundado, debido a una caída en motocicleta en una calle no iluminada y sin pavimentar. Su cabeza se contraminó sobre una roca.
¿Habrá conocido Beatriz la belleza de la justicia social? Claramente, no. Beatriz García creció en un país donde cargó con el peso de los errores de unos pocos; errores que le impidieron acceso a educación de calidad; errores que le arrebataron su poder de decisión; errores que en sus últimas horas de vida la mantuvieron en un hospital inundado, para finalmente transferirla a otro fatídico hospital en donde sostuvo su último aliento de vida.
Como Beatriz existen miles de salvadoreños a los que los mismos errores, los mismos prejuicios, los mismos arquetipos y los mismos salvadoreños los condenan a una vida en un país donde no poseen ni justicia social ni poder de decisión. Nuestra sociedad ya no puede seguir cargando con las mismas injusticias. Y somos nosotros, los ciudadanos, la sociedad salvadoreña, los que debemos alzar nuestra voz y cambiar esta realidad.
*Andy Failer
Colaborador de El Diario de Hoy
@AndyFailer