Pese a muy graves contradicciones, entre ellas la de fijar el domicilio del joven Daniel Alemán en Cimas de San Bartolo cuando vive en Altavista, donde los vecinos dan fe de su buen comportamiento, los fiscales prosiguen en sus acusaciones, basadas en un testigo “protegido” que llaman Barrabás.
¿Protegido de qué? ¿De un joven indefenso al que encarcelaron con lo que posteriormente se confirmó que eran pruebas falsas de “tenencia de droga”? A lo anterior se agrega que se ha sabido que uno de los policías que le plantaron la droga está acusado de los delitos de privación de libertad y hurto y resultó herido al escapar de las autoridades, el martes anterior.
Hechos como estos le restan credibilidad a las imputaciones ante la ciudadanía, sobre todo cuando se basan lo que se dice que son “testigos protegidos” cuya acreditación no se puede comprobar por el público.
El “testigo protegido Barrabás”, el mismo nombre del maleante que fue absuelto por la plebe frente a Pilato para condenar a Jesucristo, queda precisamente en tela de duda ante la población, sobre todo si hay un sentimiento entre los ciudadanos de que se quiere inculpar y aniquilar a un inocente a toda costa, para evitar que se acepte que se ha cometido una soberana arbitrariedad y que el Estado o sus representantes se expongan a ser demandados.
Fue precisamente con evidencias falsificadas —a Alemán los captores al remitirlo le adjudicaron una cantidad de marihuana que luego se determinó que le fue plantada— en un momento en que muchos acusados de corruptos y pájaros de cuenta son juzgados en libertad por sus vínculos con el poder. Precisamente los policías imputados de plantarle la droga al joven andan en libertad.
Según el defensor de Alemán, el día en que la supuesta extorsión de la que acusan al joven tuvo lugar, el 4 de enero, un perito de la Policía dijo que no hubo llamadas del móvil del imputado.
Hay otra contradicción: se acusa a Alemán de haber hecho llamadas desde la residencial Altavista, pero la compañía del móvil de Alemán certifica que ese día no se hicieron llamadas desde su celular.
Lo que le sucede a Daniel Alemán
se lo pueden hacer a cualquiera
Ensañarse con gente inocente, como son muchos de los encarcelados mientras se deja ir a otros asilarse en Nicaragua, hace dudar a la ciudadanía de quienes montan esos juicios. Se repite el caso de Los Miserables (obra de Víctor Hugo y la del Conde de Montecristo: ensañarse contra indefensos pretendiendo “hacer justicia”.
El caso deja muchas reflexiones y preocupaciones porque a cualquiera puede sucederle que le cateen su casa, le planten droga y después que se compruebe su inocencia se busca imputarle otros hechos, se presenten nuevos “testigos” y supuestas evidencias, simplemente para que las autoridades no tengan que reconocer que han cometido una imperdonable arbitrariedad. No digamos si esto puede prestarse también a abusos por motivaciones políticas contra opositores o disidentes a un régimen totalitario.