Adviento, tiempo de gozo y conversión

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos, ya que nos invita a evocar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

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05 December 2016

La palabra latina “adventus” significa “venida”. En el idioma cristiano el concepto hace referencia a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia Católica da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, empezando el domingo más próximo al 30 de noviembre, siendo la época una oportunidad para prepararnos en la esperanza y el arrepentimiento ante la llegada y nacimiento del Hijo de Dios.

El color litúrgico de este tiempo es el morado, significando penitencia. El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos, ya que nos invita a evocar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

En los Evangelios, Jesús nos habla de la segunda venida de Jesucristo y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección, aprovechando este tiempo de reflexión para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que debemos hacer para ser mejores. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra espiritualidad y, sobre todo, nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

Esta es una época del año en la que vamos a estar bombardeados por la publicidad para comprar todo tipo de cosas, vamos a estar invitados a muchas fiestas. Y no digo que sea malo, pero entre tanto materialismo, puede que nos olvidemos del verdadero sentido del Adviento. 

En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos, como si fuésemos niños  en Navidad, sino siempre. Analizar qué es lo más difícil para renovarme como persona y hacer el firme propósito de cambiar lo que no es positivo en mi vida.

Vivimos en un mundo donde reina la indiferencia, donde hay lugares que ni siquiera se conoce al vecino. Añoro cuando nos conocíamos de nombre y apellido. Hoy, prácticamente solo somos un número. La gran ciudad y la inseguridad ciudadana nos han hecho caer en una indiferencia total, indiferencia que mata. En estos tiempos podemos ver asaltos, asesinatos, corrupción y lo más triste, que nadie actúa. Rayando en complicidad silenciosa. 

Los corazones se han enfermado tanto que personas llegan al extremo de alegrarse por la desgracia del otro. Incluso les encanta que al otro le vaya mal. Un consuelo en el mal de otros, para sentirse ellos mejor. Esa actitud de que yo tengo mi familia y mi vida y lo demás vale es dañina, sin importar que seas católico, judío, musulmán, hindú o ateo; piénsalo, perdemos nuestros valores.

Adviento es estar del lado de quienes más necesitan. No debemos esperar a que ellos nos busquen, debemos salir nosotros a su encuentro. Lo importante es que nazca en  nuestros corazones, la compasión por los demás. Es fácil dar indicaciones, pero ¿estaremos listos a embadurnarnos con aquellos que se encuentran más necesitados? 

En época de Adviento debemos hacer crecer cada vez más nuestra espiritualidad, enfocarnos en la autocrítica constructiva, la capacidad para tomar decisiones, la aceptación de la crítica externa como camino de crecimiento, la ausencia de miedos psicológicos, el manejo de la culpa sana y responsable, la disminución del empleo de los mecanismos de defensa y comportamientos  compulsivos.
  
Hay muchas caras tristes y corazones resentidos, pero siempre existe la esperanza que se puede salir adelante, que la vida es hermosa al tener la imagen y el espíritu de Dios en nuestros corazones.
     

*Columnista de El Diario de Hoy.
resmahan@hotmail.com