Los extranjeros que andan con chaleco en los centros de votación del país, y que se identifican con una palabra en el dorso que dice “Observador”, son más que unos señores que se dedican a verificar cómo se celebran los comicios el día “D”.
Esa es la conclusión que se puede desprender de la ponencia a cargo de varios expertos internacionales en el panel “El rol de las nuevas tendencias de la observación electoral internacional”, celebrada ayer por la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades).
El financiamiento de los partidos, el acceso a medios de forma equitativa, la violencia previo y durante las elecciones y la participación de mujeres y grupos indígenas son algunos de los puntos que los observadores electorales internacionales y locales tienen como reto en los comicios en todos los países, desde Canadá hasta Argentina, algo que se ha venido perfeccionando en las últimas tres décadas.
La primera de las conferencista internacionales fue Brenda Santamaría jefa de la Sección de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), quien hizo un recuento sobre la metodología que se debe implementar en las observaciones electorales, entre ellas la verificación de la equidad y la transparencia, el financiamiento de los partidos, la participación de mujeres y la observación de los medios de comunicación.
Santamaría expuso “El rol de la OEA en materia electoral”, y en su discurso explicó que las primeras misiones electorales que realizó ese organismo regional fueron de menor tamaño. Ya en 2005, explicó, éstas “se comenzaron a profesionalizar”.
Por su parte, Patricio Gajardo, Director Residente del Instituto Republicano Internacional (IRI) en México, dictó la conferencia “Seguridad en elecciones que se realizan en un entorno de violencia”, en la que hizo un recuento del riesgo que supone para la celebración de los comicios una intervención del crimen organizado en los procesos electorales.
Una de las principales tesis de Gajardo es que los grupos criminales tienen el interés de influir en los comicios, para no alterar la composición del gobierno y así lograr que los planes de seguridad se mantengan.
Uno de los casos presentados por el experto es el Mexicano, pero aseguró que este es un problema que se ha extendido hasta Argentina.
En ese sentido, Gajardo señaló que la observación electoral debe ser acompañada por el Gobierno para que sea lo más pacífica posible, además de haber una coordinación con la ciudadanía.
Transmisión de resultados
El Director del Centro de Asesoría y Promoción Electoral (CAPEL), José Thompson, consideró en su ponencia sobre tecnología electoral e historia de la observación electoral que una opción para garantizar una mejor transmisión de resultados electorales es el uso de lectores automatizados, similares al voto electrónico.
En esa línea, agregó que la observación electoral tiene como deber evaluar si una tecnología de este tipo funciona a los intereses de un país en materia electoral.
Agregó que, así como en Ecuador y Honduras, el proceso de conteo de votos en El Salvador es de los más complejos, en vista de las reformas realizadas al sistema por orden de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), que ordenó votación por listas abiertas y voto cruzado.
Por otra parte, el experto consideró que la misión de observadores no debe llegar a la intrusión. Así las cosas, aseguró que la observación electoral no puede sustituir la fiscalización que hacen del proceso los partidos políticos.
Asimismo, Thompson habló de la reelección en los cargos de elección popular, sobre todo en el caso de la presidencia de la República, algo que no supone condiciones de equidad, consideró.
Finalmente, el experto en financiamiento político y campañas electorales, de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), Salvador Romero, abordó el tema del desarrollo que ha tenido la observación electoral en las últimas 40 décadas.
Según explicó, la observación electoral comenzó a partir de 1990 a tener legitimidad interna y externa en los procesos electorales, a fin de “inhibir prácticas dudosas” en los mismos.
Un de los desafíos que tiene le proceso de observación de los comicios, según Romero, es eliminar entre la ciudadanía la percepción de que los comicios no han sido limpios, tal como lo demuestra un estudio de la organización Latinobarómetro, donde señala que así lo considera el del 50% de los encuestados.
Para esto, dijo, es necesario que haya una justicia electoral robusta, donde los entes electorales estén cercanos a los ciudadanos y que se dé tramites a los recursos interpuestos dentro de los plazos establecidos en la legislación y los reglamentos.
“La observación debe guiarse por la no intervención. El código de conducta de la observación debe ser el mismo de siempre”, aseveró.