Las demandas salariales de policías, como de maestros, muy difíciles de cumplir en las actuales circunstancias de lipidia, recuerdan las desorbitadas exigencias de los sindicatos manipulados por la guerrilla en los años anteriores a la guerra de los 80 y que provocaron el cierre de muchos productores, entre ellas Texas Instruments.
El gobierno obtiene los mayores ingresos en la historia de El Salvador —dinero habría para mejorar en buena medida los salarios de maestros y policías— pero a todas luces no se destinan ni a obras públicas ni mantenimiento de carreteras ni mejoría de servicios ni medicinas ni educación...
Esos grandes ingresos se destinan a mantener cuarenta mil o más contratados por el oficialismo, sus parentelas y sus amigatelas, que se dice que ganan grandes sueldos pero que no desempeñan funciones esenciales aunque sí ponen en práctica sus ocurrencias y arbitrariedades, con lo cual tienen oportunidad de obtener ingresos extras.
¡Cuarenta y tantos mil que consumen grandes presupuestos que deberían servir objetivos nacionales, no partidistas, ni menos para costear griteríos callejeros y los consiguientes atascos de tráfico, atascos que son una pesadísima rémora, carga inútil, sobre los bolsillos de quienes se ganan el pan con el sudor de su frente.
Ellos obtienen no su simple pan sino, como se atribuye a María Antonieta Reina de Francia que murió en la guillotina, sus tortas y pasteles con el sudor de los aporreados contribuyentes.
¿De dónde puede salir el dinero para pagar mejor a los policías y a los maestros y además pagar a tiempo los seguros que protegen a las familias de policías asesinados por ser policías? Pues debe salir de los presupuestos que ahora se destinan a esos que no cumplen función esencial de ninguna naturaleza en el aparato estatal.
Zánganos como los de la colmena hay en muchas familias, hasta que éstas se hartan de ellos y los ponen a trabajar.
Vacas gordas para los que están en el poder y vacas flacas para la población
No se puede tapar el sol con un dedo; la mayoría de la gente sabe de los “jugosos sueldos” que se dispensan a sí mismos los que se dicen “socialistas del Siglo XXI”, de sus despilfarros y viajaderas sin utilidad para el país. Se sabe además de los sobresueldos vía prestaciones como vehículos y choferes y escoltas para los dirigentes de la nueva clase y sus favoritos...
Son estos, como lo profetizó José al Faraón, los tiempos de las vacas muy, pero muy gordas para los efemelenistas que además suelen estar muy gorditos, y las vacas más y más flacas para el resto de los pobladores de El Salvador, convertidos en una especie de clase inferior en la imaginaria sociedad de clases que en sus elucubraciones pregonan los socialistas.