Un árbol de Navidad en tu hogar

De Alsacia, la tradición del árbol de Navidad se propagó a toda Alemania y al luego al resto de Europa y como símbolo del cristianismo, al resto del mundo.

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12 December 2016

La mayoría de nosotros creció en una familia que celebra la Navidad, siendo una tradición en nuestros hogares. De niños nos esmerábamos en tener todos los adornos de esta ocasión, esperando con ansias la cena, los regalos y los “cuetes”. La víspera del 24 la emoción crecía al aproximarse la Noche Buena.

Ninguna referencia acerca de la Navidad está completa sin la explicación del origen del árbol de Navidad, una de las grandes tradiciones de Occidente que con los años influenció toda América. 

La tradición del moderno árbol de Navidad se originó en Alemania. Pero los germanos la obtuvieron de los romanos, quienes la obtuvieron de los babilonios y egipcios. Interesante tradición, en parte historia, en parte leyenda popular alemana, que afirma que el árbol de Navidad se remonta al siglo VIII y da cuenta de San Bonifacio (675-754), quien siendo un obispo inglés marchó a la Germania en el siglo VIII (concretamente a Hesse) para predicar la fe cristiana. 

Después de un duro período de predicación del Evangelio, aparentemente con cierto éxito, Bonifacio fue a Roma para entrevistarse con el papa Gregorio II (715-731). A su regreso a Alemania, en la Navidad del año 723, se sintió profundamente dolido al comprobar que los alemanes habían vuelto a su antigua idolatría y se preparaban para celebrar el solsticio de invierno sacrificando a un hombre joven en el sagrado roble de Odín. Encendido por la ira, como Moisés ante el becerro de oro, Bonifacio tomó un hacha y cortó el roble sagrado alemán.
  
Hasta aquí lo que está documentado históricamente. El resto pertenece a la leyenda que cuenta que con el primer golpe del hacha una fuerte ráfaga de viento derribó al instante el árbol. El pueblo sorprendido reconoció con temor la mano de Dios en este evento y preguntó humildemente a Bonifacio cómo debían celebrar la Navidad.

El Obispo, continúa la leyenda, se fijó en un pequeño abeto que milagrosamente había permanecido intacto junto a los restos y ramas rotas del roble caído. Lo vio como símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas (simbolizando las tentaciones) y velas (representando la luz de Cristo que viene a iluminar el mundo).

Como estaba familiarizado con la costumbre popular de meter en las casas una planta de hoja perenne en invierno, pidió a todos que llevaran a casa un abeto. Este árbol representa la paz y por permanecer verde simboliza también la inmortalidad; con su cima apuntando hacia arriba, indica además el cielo, la morada de Dios.
 
La opinión más generalizada entre los expertos es que el árbol de Navidad, tal como lo conocemos hoy, decorado e iluminado con luces, deriva de este árbol del paraíso y como su lugar de nacimiento se sugiere la orilla izquierda del Rhin. Concretamente la Alsacia.

Otros documentos históricos informan que en Estrasburgo, capital de Alsacia, los abetos se vendían en el mercado para ser llevados a casa y decorarlos. De Alsacia, la tradición del árbol de Navidad se propagó a toda Alemania y al luego al resto de Europa y como símbolo del cristianismo, al resto del mundo.

En palabras del papa Juan Pablo II: “En invierno, el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere El mensaje del árbol de Navidad es, por tanto, que la vida es ‘siempre verde’ si se hace don, no tanto de cosas materiales, sino de sí mismo: en la amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca” (Audiencia, 19 de diciembre de 2004).
 

*Columnista de El Diario de Hoy.
resmahan@hotmail.com