La persuasión en un mundo donde los hechos no importan

La persuasión es una de las claves para entender la comunicación; en la actualidad su estudio es incipiente, sobre todo ahora que la realidad virtual, por medio de la web y las redes sociales, trastocan el conocimiento.

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Por Elizabeth Castro

28 October 2017

La frase no es mía, es de Scott Adams y de su libro “Gana en grande”, creador de la tira cómica satírica Dilbert, quien además es un agudo analista de la comunicación y la persuasión actual donde la realidad se conjuga con la virtualidad del mundo del internet y las redes sociales.

Adams fue uno de los autores que hizo un análisis sobre el poder de persuasión de Donald Trump y que predijo su triunfo electoral; recientemente publicó un artículo sobre el poder presidencial de los tuits de Trump, donde plantea por qué tiene medio locos a unos y otros, no solo porque toca los temas sensibles, se mete con los actores, deportistas o periodistas con desdén, sino porque lo hace con las mejores técnicas de persuasión, tocando las fibras más sensibles de la sociedad, con un toque burlesco y de humor. Y sobre todo, marca la cancha de cómo entender e interpretar los hechos.

Este autor fino, como lo son sus caricaturas, pero contundente y demoledor en su mensaje, es un “analista” de la persuasión, tema que me hizo recordar el texto de Antonio Salcedo Fernández, “Anatomía de la Persuasión”.

En el libro, Salcedo estudia tanto a los clásicos griegos como los aportes actuales de la sicología moderna; son famosas las catorce fórmulas que pretenden resumir las claves de la comunicación persuasiva. Recuerdo un ejemplo particular, porque tiene que ver con el título, la persuasión en un mundo donde los hechos no importan… bueno, no importan cuando no hay una percepción correcta de los mismos. Voy al grano.

Cuenta Salcedo, sin entrar a detalles, que un jinete vio que un escorpión se introducía en la garganta de un hombre que dormía en un camino; el jinete baja del caballo y con su látigo despierte al hombre y le obliga a comer excremento que había en el suelo… el hombre se quejaba, pero al momento vomitó, incluido el escorpión.

El hombre, al comprender que le habían salvado la vida, le agradeció y le dio un beso en la mano, pero preguntó ¿por qué actuar de esa manera y no despertarlo para explicarle con palabras? El jinete explicó que había que actuar rápido y si lo hacía educadamente tendría que haberle dicho paso a paso, a lo mejor no le hubiera creído y mucho menos se hubiera atrevido a comer el excremento, además el dolor de los latigazos le mantenía en movimiento, lo que evitaba que el escorpión mordiera.

Un hombre que vio los hechos, corrió a su pueblo y lo que contó fue la maldad de un jinete que se encontró a un hombre dormido en el camino, lo agarró a latigazos, además le obligó a comer excremento y por si fuera poco le obligó a besarle la mano… pero no harto, con alegría contó que más adelante se encontró con el jinete y le propinó tremenda paliza por el abuso que cometió.

Aquí la clave es una, la percepción de los hechos no solo fue diferente sino errada, no por parte del jinete, sino del observador que vio “otra cosa” y al ver cuestiones distintas, su historia fue diferente, alejada de la realidad de las cosas… es más, el único que pareciera haber tenido no sola la percepción correcta y la verdad de lo sucedido fue el jinete (que dicho sea de paso fue el que resultó trasquilado con la paliza... su pecado, haber salvado la vida de un hombre).

Este ejemplo de Salcedo nos permite explicar, por lo menos es mi punto de vista, que la realidad virtual de la web y las redes sociales nos proporciona percepciones erradas de muchos hechos, lo que da pie, incluso como lo dice Scott, que la realidad tal cual no importe.

Los procesos cognitivos de valoración, atribución, etiquetado, interpretación que una persona realiza sobre una situación misma nace, en gran parte, por su formación y educación, por los mismos hechos dados desde el exterior de la persona, y la forma en que llegan… acá es donde está la disyuntiva en la actualidad, los sitios web pero sobre todo las redes sociales como Facebook o Twitter pero cualquier otra, por su inmediatez, que puedan ser lanzadas por cualquiera en cualquier momento, distorsionan en muchas ocasiones lo sucedido… hoy más que nunca, hay “contadores de historias” no solo inventadas sino mal contadas (como el que vio los latigazos del jinete).

Y esto es realmente uno de los peligros, pero a su vez la oportunidad del periodismo profesional, incluso como llaman hoy, “de calidad”, que nos permite no solo contar sino entender de mejor manera los hechos y la realidad, tener un proceso mejor y expedito de conocimiento que nos permita accionar con mejores criterios.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com