Sensibilidad y autoestima

¿Cómo y sin darnos cuenta perdimos la sensibilidad? ¿Hacia dónde vamos y hasta dónde llegaremos? ¿Qué hacer y cómo volver a ser, aquel pueblo de los Años Cincuenta: sensible, honrado, religioso, trabajador y orgulloso de ser salvadoreño?

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Por Elizabeth Castro

28 October 2017

Fíjense: Setenta y siete muertos en setenta y dos horas, una madre embarazada asesinada la entierran el día de su cumpleaños, cada diez días un policía o un miembro de la Fuerza Armada es asesinado… En los hospitales no hay jeringas y un grupo de diputados se va de paseo a Rusia... Más de cien personas con nombre y apellidos en cargos importantes son demandadas por delitos… Un expresidente acusado, desaparece, vuelve, lo apresan, enferma y fallece sin aclararse las acusaciones; el siguiente expresidente está en prisión, el siguiente se dice que anda huyendo en Nicaragua y esta semana se publican acusaciones contra el presidente actual.

Tenemos un tráfico caótico, cientos de camiones en cola en las aduanas incrementando los costos indirectos de producción, nuestra economía en nivel de supervivencia, el presupuesto nacional desfinanciado, el país endeudado hasta la coronilla, la gente responde agresivamente… Incluso cuando se le cede el paso a las personas, desconfían y no atraviesan la calle, la gente no usa las paralelas, cualquiera monta una venta en cualquier lugar debajo de un plástico que ni limpia, ni cambia, se va y ahí lo deja… Se llega tarde a las reuniones y de diez ocho están atendiendo en su teléfono sus propias cosas o las redes sociales… En los seminarios gratuitos los participantes no ponen atención, lo primero que piden es la clave de internet, sin pedir permiso conectan sus teléfonos sin ocurrírseles que eso es robo de electricidad… Les interesa más la comida que los temas del seminario… He entrevistado a varios que en su currículum mencionan seminarios gratuitos y ni se acuerdan de los temas que se trataron.

Se pone un anuncio para un puesto específico y se reciben currículos que no tienen nada que ver, con faltas de ortografía y fotografías estiradas... La gente se acostumbró a tomar refrescos en bolsas de plástico, comer en platos desechables y dejarlos en cualquier lugar… Los señores buseros siguen haciendo de las suyas y cuando el bus se avería, se queda estorbando el tráfico hasta que llegan a repararlo.

Nadie cuida nada de lo que se considera de todos y la agresividad crece cada día, los jóvenes se quieren ir y todos irrespetar y desconfía de todos. Las prisiones están repletas de detenidos en condiciones infrahumanas y todos los días con fotografías se reportan más capturas… Por las redes sociales circulan miles de chismes, acusaciones, mentiras, exageraciones, difamaciones con las que se pierden millones de horas de trabajo productivo… Los políticos y la política cada día se desprestigian más. La gente anda políticamente desorientada y se advierte que puede haber fraude electoral.

¿Y yo me pregunto qué pasa con nuestra sensibilidad y autoestima? Pues todo lo anterior que sucede a nuestro alrededor y que en otros países serían asuntos graves, aquí los sentimos normales. ¿Cómo y sin darnos cuenta perdimos la sensibilidad? ¿Hacia dónde vamos y hasta dónde llegaremos? ¿Qué hacer y cómo volver a ser, aquel pueblo de los Años Cincuenta: sensible, honrado, religioso, trabajador y orgulloso de ser salvadoreño?

Gran reto para sicólogos, siquiatras, sociólogos, médicos, periodistas, empresarios, escritores, criminalistas, fiscales, maestros, académicos, sacerdotes, pastores, intelectuales, políticos honrados, usted, yo y los próximos gobiernos, pues recuperar la sensibilidad y autoestima de un país requiere unos diez años.

*Columnista de El Diario de Hoy.

pedroroque@metodopr.com