Forjando valores para una sociedad más justa

Enseñar a las personas a trabajar duro y cuidar de sí mismas y de sus seres queridos; ganando lo recibido, con el sudor de su frente. El socialismo al contrario, enseña a pedir para recibir, sin trabajo a cambio. 

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19 December 2016

A partir de la exacerbación de la crisis fiscal del Gobierno, en las últimas semanas han surgido una serie de cuestionamientos al funcionamiento de la economía de mercado, acompañados de diatribas de sectores radicalizados en contra del sistema económico que asigna recursos en libre mercado.

Los argumentos de los detractores del capitalismo giran en torno a su interpretación respecto al papel que debe jugar el Estado. En su visión ideológica el capitalismo es sinónimo de subordinar cualquier acción del Estado a los intereses de la iniciativa privada, le adjudican promover la ausencia total de gobierno, el neoliberalismo en su más pura expresión. Pero tal interpretación es totalmente errónea.

En el caló de los socialistas, señalan que el capitalismo se basa en el lucro, en el egoísmo y además produce egoísmo. Y por el contrario, de forma reduccionista creen que el socialismo se basa en el altruismo y genera altruismo. Pero la verdad es que ha resultado ser lo opuesto.

En el mundo del socialismo se producen personas mucho más egoístas y una sociedad más egoísta que la que produce una economía de libre mercado. Una vez que prospera este egoísmo, para sostenerse en el poder, resulta ser imposible disolverlo. En estas sociedades se perpetúa un Estado benefactor que regala uniformes escolares, subsidios al gas, la electricidad y el agua; da regalías a maras, dinero a NINIS, reparte fertilizantes, regala dinero a ONG, sobresueldos a funcionarios, etc. Populismo corruptor para ganar adeptos. 

Si la novedad fuera el generar condiciones de trabajo con políticas que hagan la diferencia, mejorando las vidas de la población, o un gran descubrimiento médico o tecnológico, creo que el Gobierno benefactor no fuera tan popular en cálculos políticos electorales. Es más atractivo educar a las personas a seguir dependiendo del Gobierno, aunque las degrade y no las libere.

Y nadie me puede negar que la gran meta de los jóvenes es convertirse en adultos, un estadio que comienza cuando el joven se independiza responsablemente de los padres. El socialismo, el Estado benefactor, destruye estas aspiraciones. A jóvenes y viejos se les enseña a depender del Gobierno.

Se esta volviendo común en nuestra sociedad que los hijos sigan viviendo con sus padres hasta más allá de los treinta años. ¿Y por qué no? ya que cuidar de uno mismo ya no es una virtud, más cuando el Gobierno se puede encargar de uno. El socialismo produce personas más egocéntricas.

La preocupación del ciudadano de izquierda es: ¿Hasta cuántos beneficios puedo recibir del Gobierno? ¿Pagará la educación? ¿Pagará mi atención de salud? ¿Cuál será mi edad de jubilación? ¿Cuántas vacaciones puedo obtener? ¿Cuántos días puedo ausentarme del trabajo? etc. Cada beneficio se convierte en conquista del trabajador y en un derecho. 

Creo que es una virtud el ser agradecido. Sin gratitud no se puede ser buena persona y por eso educamos a nuestros hijos a decir siempre gracias. El socialismo, al contrario, acaba con eso. ¿Por qué una persona de izquierda va a ser agradecida por recibir un beneficio al que tiene derecho, al que está obligado el Estado? 

Al ciudadano que le regala el Estado benefactor se le enseña a decir: ¿A qué más tengo derecho? 

La izquierda ideológicamente insiste que es el capitalismo y no el socialismo el que produce personas egoístas. Pero eso es una inversión de la realidad. 

Enseñar a las personas a trabajar duro y cuidar de sí mismas y de sus seres queridos; ganando lo recibido, con el sudor de su frente. El socialismo al contrario, enseña a pedir para recibir, sin trabajo a cambio. 

¿Qué actitud cree usted que forjará una mejor sociedad? 

*Columnista de El Diario de Hoy.
resmahan@hotmail.com