¿Propósitos de Año Nuevo? ¡Consulten los diccionarios!

El secreto está en hacerse pocos propósitos, razonablemente viables, y tratar de cumplirlos con la ayuda de Dios.

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30 December 2016

Es probable que para el próximo año se propongan bajar de peso, hacer ejercicio todos los días, aprender inglés, como lo hicieron el año pasado, ¿Pero, cuántos de ustedes, lectores, cumplieron esos propósitos?

El secreto está, me decía un profesor hace muchos años, en hacerse pocos propósitos, razonablemente viables, y tratar de cumplirlos con la ayuda de Dios.

Si ya elaboraron su lista para 2017, los invito a agregar uno más: ¡Consulten diccionarios para conocer, hablar y escribir mejor su propio idioma!

Mi padre, Manuel, era un compulsivo usuario de diccionarios. Tenía decenas de ellos, en muchos idiomas y especialidades que aún mantienen un importante lugar en la modesta biblioteca que con él y mi madre formamos.

Fanático conocedor de varias lenguas, solía aconsejar que nunca se debe dejar para más tarde la consulta de una palabra desconocida, de dudoso empleo e incluso de aquellas cuyo significado creemos conocer: “Abandona lo que estés haciendo y ve al diccionario de inmediato”, me decía.

Con frecuencia, cuando hacía mucho que habíamos apagado las luces de casa y dormíamos, de pronto nos despertaban ruidos provenientes del cuarto donde guardábamos los libros. Lo hallábamos buscando afanoso el significado de una palabra que le intrigaba para descubrir, durante la búsqueda, otros vocablos que capturaban su interés. A menudo le sorprendía el rompimiento del alba en la tarea.

¿Qué es un diccionario? El escritor francés Anatole France lo define como “el libro, por excelencia, porque  todos los demás están dentro de él...”, una manera pintoresca de decir que las palabras que podemos encontrar en los libros del mundo se encuentran registradas en los diccionarios. Aunque esto es sólo parcialmente cierto, puesto que los nuevos vocablos se generan hoy más deprisa de lo que pueden conocerlas, estudiarlas, clasificarlas e imprimirlas quienes hacen los diccionarios, al menos encierra la idea esencial de que un diccionario lexicográfico es un libro que recopila las palabras de un idioma, en nuestro caso el español, que registra el significado o significados y, muchas veces, el origen de esas voces.

Con el advenimiento de la Internet, este proceso se ha vuelto más ágil y, por otra parte, la Real Academia de la Lengua Española ha abandonado desde hace rato el rigor inquisitivo con que miraba antes a los neologismos y se ha vuelto más permisiva. Por medio del monumental filólogo y humanista Matías Romero, nos enteramos de que miles de vocablos salvadoreños han sido incorporados, en calidad de localismos, a la lista de la noble dama que “limpia fija y da esplendor”. Y no podía ser menos, ya que el ritmo de crecimiento del habla es tan veloz y abundante que de un día para otro aparecen nuevas  palabras para designar cosas, procesos y otros elementos del quehacer humano, también nuevos. Uno corre el riesgo de quedar técnicamente mudo si no los usa. El lenguaje cibernético es claro ejemplo de esto por lo que el diccionario, ya sea el tradicional, puesto en papel, o en línea, se convierte en herramienta imprescindible.

Pero también hay diccionarios especializados en todas las materias imaginables. Por ejemplo, hay diccionarios médicos, filosóficos, de Derecho, de Ingeniería, cibernéticos, etc, en los que se registra el significado de palabras propias de cada una de esas disciplinas.

También son de suma utilidad los diccionarios que tratan áreas específicas de un idioma, por ejemplo, diccionarios de sinónimos y antónimos que registran términos cuyos sentidos se asemejan o se diferencian entre sí.

Tenemos, asimismo, los diccionarios analógicos, que recogen grupos de vocablos que si bien no significan lo mismo, mantienen relación entre sí, como si fuesen miembros de una misma familia; por ejemplo: “mar, marinero, navío, naviero”, son diccionarios de palabras afines; o los diccionarios etimológicos, que precisan el origen y evolución histórica de las palabras que ya fenecieron o que empleamos hoy. Los diccionarios bilingües rinden inapreciables frutos para el conocimiento de otros idiomas que se estudian a partir del propio.

En la Red existe una inmensa cantidad de diccionarios en todos los idiomas y especialidades. Para los que se quieran iniciar en la aventura de navegar por los océanos del lenguaje, les recomiendo visitar los sitios www.rae.es; www.dictionary.com; www.elmundo.es/diccionarios/ y muchos deslumbrantes puertos más que irán encontrando en su ruta. En suma, los diccionarios sirven para aumentar el caudal de nuestra habla y para hacernos más eficientes en nuestras comunicaciones verbales y escritas. Hágase este propósito y cúmplalo a lo largo de 2017, le aseguro que no podrá abandonar el hábito una vez lo adquiera.
 
¡Feliz Año Nuevo!

*Periodista.
rolmonte@yahoo.com