Como un suspiro ha llegado a su fin 2016. ¡Hay tanto que agradecer al Señor! Y también tanto que lamentar en oportunidades perdidas, decisiones equivocadas y tiempo desperdiciado. Y tanto dolor compartido, recordando a los seres queridos que ya partieron a la eternidad. En fin, esa es la vida, con su cúmulo de alegrías y penas. Y a las puertas del nuevo año, debemos preguntarnos ¿qué propósitos hacer?
Porque 2016 ha sido un año terrible para nuestra Patria: más de 5,000 asesinatos, la economía por los suelos, la educación en decadencia, la salud “en alas de cucaracha”. Y, por supuesto, la responsabilidad es del gobierno que cierra ojos y oídos a los buenos consejos y echa la culpa de sus errores a quien le pasa por enfrente.
Pero los ciudadanos actuamos igual que el gobierno, al ignorar olímpicamente nuestros deberes y hacer todo el tiempo lo que nos da la gana. Por eso, si deseamos un mejor país, debemos comenzar de inmediato por ser mejores ciudadanos, haciendo las pequeñas cosas que hacen la diferencia y que debemos inculcar tanto en el hogar, como en la escuela, en la universidad y en los centros de trabajo. Si diariamente repetimos el mismo estribillo, finalmente pondremos la lección en práctica y veremos buenos resultados.
Y son cosas básicas, como por ejemplo:
No botar basura. Nuestro país es bello, pero lo hemos convertido en una pocilga. Recuerde: “no ensucie; y si ensucia, limpie inmediatamente”. Además, la limpieza redunda en buena salud.
- Ser ordenados en nuestras actividades diarias, como hacer fila, esperar el turno que nos corresponde, ser puntuales en nuestros pagos, cumplir con fechas de entrega de trabajos y de todas nuestras obligaciones. Practicar aquello de “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”, en el hogar y el trabajo.
- Ser prevenidos. Los accidentes ocurren por descuidarnos, olvidando lo básico respecto a la seguridad. Es inconcebible que haya personas quemadas por la absurda costumbre de “reventar cohetes”; que haya familias enlutadas ¡en estas fechas! porque alguno decidió manejar en estado de ebriedad, o por ir pendiente del celular y no de sus propias acciones. Cumplir el reglamento de tránsito, en su totalidad, es un requisito ineludible para tener un mejor país, y cada uno somos seriamente responsables en evitar accidentes. La prevención es un deber tan grave que su cumplimiento está incluido en el 5º Mandamiento (No matar), de acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica.
- Estar bien informados. Obligatorio; no somos niños para alegar “no lo sabía” y así eludir nuestras obligaciones. Es un deber individual para ser buenos ciudadanos, y también un deber patriótico, porque sólo estando bien informados podremos tomar las decisiones correctas.
Hay infinidad de otras cosas que podemos hacer por nuestro país, pero los ejemplos mencionados son pequeños propósitos que deberíamos cumplir, no sólo por lo fáciles que son para llevarlos a cabo, sino porque de inmediato veríamos un cambio muy positivo en nuestro entorno: limpieza, orden, menos agresividad. Si lo hacemos, 2017 traerá para El Salvador un merecido respiro.
Y, lo principal: acercarnos más a Dios. Esta vida pasa volando, pero la que nos espera junto al Señor es eterna. Construyámosla, entonces, desde ahora, procurando hacer el bien y evitar el mal.
Que Dios esté con todos nosotros cada día de 2017.
*Columnista de El Diario de Hoy.