Emociones positivas y negativas

Debe haber un balance entre las  emociones positivas y negativas. En este sentido la reducción de las emociones negativas sin duda tendrá beneficios efectivos para la salud.

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01 November 2016

No es un dato ignorado que existe una íntima relación entre las emociones con los estados de salud o de enfermedad, según sea el tipo y la intensidad de las emociones así será el impacto en nuestro cuerpo. El mecanismo por el cual las emociones pueden enfermarnos no es único y tampoco es fácil de dilucidar.  A pesar de esto, en el pasado habíamos aprendido más acerca de cómo las emociones podían  dañar la salud, de cómo podían mejorarla. Es así como surge la referencia a estas emociones como negativas y aquellas que mejoran la salud se les conocen como emociones positivas. Actualmente hay un intento de enfocarse en cómo las emociones pueden beneficiarnos y hacernos vivir más y mejor, es decir minimizar las emociones negativas y la optimización de las emociones positivas.

Para la mejor comprensión de estas relaciones es necesario conocer no solamente el origen y naturaleza de las emociones, sino más importante aun, cómo cada uno de nosotros manejamos nuestras emociones y cómo expresamos estas emociones con las personas con las que interactuamos.

Cuando se  pide a las personas  que enumeren las emociones que conocen, en forma directa solemos contabilizar las emociones negativas en mayor número que las positivas. Las emociones negativas que suelen ser mencionadas con mayor frecuencia siguen siendo la tristeza, miedo, enojo, disgusto, decepción, ansiedad, envidia, vergüenza y la culpa. Conscientemente estas son las emociones que intentamos evitar pues las percibimos como injuriantes para nuestro cuerpo. Por otro lado encontramos que emociones catalogadas como positivas tales como felicidad,  alegría, gratitud y la esperanza, suelen ser más escasas al intentar numerarlas. Según los investigadores en el área del comportamiento humano, esto se puede deber entre otras razones a  la forma en que se nos ha educado en cuanto a las emociones en ambientes familiares disfuncionales y a la forma en que hemos ido aprendiendo y experimentando estas emociones en el diario vivir. Por ejemplo, las emociones negativas nos ponen en actitud defensiva o de ataque, alertándonos sobre amenazas reales o imaginarias,  sobre todo si nuestro medio ambiente cercano es hostil o vivimos en un entorno riesgoso, entiéndase nuestro país o la colonia en donde se reside. 

En situaciones más triviales, un ejemplo claro de cómo los eventos que deberían servirnos para divertirnos pueden inducir a la muerte si nos desencadenan emociones negativas, lo publicó el Dr. Robert Kloner en Clinical Cardiology en 2011, quien observó que el peligro de muerte por infarto al corazón se duplicó en los seguidores del equipo perdedor del Súper Tazón de Fútbol Americano, riesgo que se extendió hasta por dos semanas después de realizado el partido. Esto nos debería convencer que las emociones negativas son precisamente eso, un verdadero riesgo para la salud, que estas emociones trastornan la conducta de las personas y potencialmente pueden causar a muerte. Si nuestra mente está llena de emociones negativas, igualmente nuestra vida se llenará de negatividad, haciendo difícil que podamos superar esa tendencia.
 
Es importante recordar que debe haber un balance entre las  emociones positivas y negativas. En este sentido la reducción de las emociones negativas sin duda tendrá beneficios efectivos para la salud y al potenciar las emociones positivas tendremos la oportunidad no solamente de vivir mejor, sino de hacer que los que conviven con nosotros también vivan mejor.
 

*Médico y colaborador de El Diario de Hoy.