La diferencia entre un chero y un amigo

Aunque la expresión es sinónimo de “amistad”, a quien le decimos “chero” no es necesariamente nuestro “amigo”.

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Por Mirna Navarrete

22 October 2017

En El Salvador tenemos una expresión muy propia: le decimos “cheros” a personas cercanas a nosotros, compañeros de actividades lúdicas, compadres en el “crimen”, cómplices de nuestras andanzas y mal andanzas. Aunque la expresión es sinónimo de “amistad”, a quien le decimos “chero” no es necesariamente nuestro “amigo”. El vínculo con el chero es endeble, dura lo que dura la fiesta, la bonanza económica o el partido de fútbol. El vínculo con el amigo es inquebrantable, permanece en las buenas y en las malas, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad; hay amigos que son más hermanos que nuestros propios hermanos. Hay amistades que son más duraderas que los matrimonios y hay algunas que incluso van más allá de la muerte.

El chero es superficial, no está interesado en aconsejarte porque simplemente no le importa meterse en líos o tomar una posición; está ahí para la fiesta y punto. Quien es tu chero prefiere criticarte a tus espaldas que decirte las verdades a la cara; total, nadie está ahí para tomarte de los hombros, verte a los ojos y hacerte una sugerencia o darte un consejo mientras está en curso la pachanga: el ruido de la fiesta simplemente te impide conversar.

En cambio, la amistad es profunda y, por ello, quien es tu amigo se preocupa por ti. Esa preocupación muchas veces provoca que te haga comentarios incómodos, señalamientos inoportunos. Te pide que reflexiones si ésta o aquella decisión, si ésta o aquella conducta es la correcta. Con un amigo la conversación es larga y profunda, muchas veces entre lágrimas y no entre risas, por que el amigo de verdad no está ahí solo para la fiesta, está ahí por y para ti, cuando tú lo necesitas e incluso, paradójicamente, también está ahí cuando crees que no lo necesitas, cuando no pides su presencia, pero es que el amigo de verdad “sabe” cuando tú necesitas su compañía y consejo, aunque no se lo pidas.

El plazo que dura una relación entre cheros es variable, pero siempre tiene un inicio y un final, porque es una relación espuria construida sobre la base de una necesidad de diversión transitoria. Cuando la fiesta se acaba, se termina la relación. Cuando la bonanza económica desaparece, se desdibuja el interés en compartir. Cuando el barco de tu vida está pasando una tormenta y tu proa amenaza con hundirse, el chero es el primero que busca las balsas salvavidas, ya que no está dispuesto a correr con tu suerte ni a compartir o estar ahí en tus momentos de desgracia. La duración de la relación de los cheros es variable, pero siempre posee fronteras definidas. Si lo expresamos en términos biológicos, la relación de los cheros es como una flor de verano: linda y colorida, pero solo dura mientras dure la estación, usualmente mueren cuando caen las primeras lluvias.

La amistad es diferente. Toda amistad, como relación humana que es, inicia en una fecha o con un evento determinado. Por su naturaleza, es endeble al principio, pero cuando es sembrada sobre un base de principios, valores, visiones y sentimientos comunes, es el equivalente a una semilla de roble sembrada en un terreno fértil y propicio para su desarrollo. Esos majestuosos árboles no aparecieron de la nada así de grandes y sólidos; ellos también tuvieron un origen humilde y débil, no muy diferentes a cualquier otro arbusto del bosque, pero con el tiempo se fueron fortaleciendo para convertirse en lo que son: un ente capaz de resistir el viento, la sequía y las tempestades, pero también de disfrutar los días soleados, la brisa y la lluvia suave.

Quien es tu amigo sabe que, sobre todas las cosas, eres humano y como tal, cometes errores; pero el amigo está ahí para acompañarte mientras dura la tormenta. No para justificar y excusarte de tu responsabilidad, no, eso hacen los cheros, “hacerse los locos de tu mala conducta”. El amigo sabe que te equivocaste, pero aún así está ahí para ti, aun cuando la sociedad entera te dé la espalda, por que el amigo es así, es generoso en tus momentos más oscuros. El chero, no; el chero le huye a la tragedia y a la oscuridad. Al chero le gusta la luz, las cámaras, los flashes y reflectores, por ello es quizás que a los políticos le salen cheros como ronchas a un enfermo de sarampión, pero se ven tan solos cuando su gloria se ha extinguido.

La Biblia dice “quien ha encontrado un amigo, ha encontrado un tesoro”. Si es así, cuida esa amistad, siempre es bueno tener un tesoro a la mano, no hay muchos por ahí y nunca se sabe cuando se puede necesitar de él.

 

*Abogado, máster en leyes.

@MaxMojica