Las prioridades presupuestarias deben responder a una visión de país. Ese es el eje central de toda negociación que pretenda resolver el problema fiscal. Cualquier ciudadano entiende fácilmente que primero deben identificarse el tipo de servicios básicos que merece la población, las políticas públicas para atender a los más necesitados, las inversiones en infraestructura que impactarán el crecimiento económico y el tipo de recurso humano calificado que se requiere para alcanzar el objetivo propuesto. Así lo hicieron los “tigres asiáticos” y de la misma manera procedieron algunos en Latinoamérica como Chile, Colombia y, en el vecindario, Costa Rica. Luego, como segundo paso, es necesario conocer cuánto cuesta ese plan y cuáles son las fuentes de ingresos para financiarlo.
Un servicio primordial, esencial para proteger el más fundamental de los derechos, la vida humana, es la seguridad pública. Sin seguridad no hay tranquilidad, las inversiones se alejan, la gente teme, las familias se angustian, las empresas cierran, la comunidad sustituye la legalidad por la anarquía y el Estado pierde total credibilidad. Se debilita la confianza en la democracia, se ignoran los derechos humanos y crece la tentación de actuar al margen de la ley para resolver el problema.
La economía, el turismo, las apuestas estratégicas y, sobre todo, el futuro mismo de los jóvenes, en contextos como el nuestro, en el que mueren diariamente muchachos entre 15 y 20 años, se sumergen en una incertidumbre difícil de revertir. Eso mata la esperanza y hace nacer el odio, la venganza y el rencor. También genera una desconexión entre los ciudadanos y los políticos y encamina a las democracias, incluyendo a las más desarrolladas, a una situación de “recesión” en el que se afecta gravemente la creencia en los partidos, en las instituciones y en el Estado de Derecho.
Cuando en medio de la crisis, la autoridad es atacada, surge un sentimiento de desolación como consecuencia del temor que genera a los individuos la vulnerabilidad en la que viven. Hasta el mes de noviembre, de acuerdo al Director de la PNC, fueron asesinados 40 policías y 18 militares. Hace un año, en esta misma época, 60 agentes habían perdido la vida en el cumplimiento de su deber. Ciertamente en circunstancias conflictivas, como en la que nos encontramos, donde las pandillas intimidan a la gente, extorsionan y matan, la posibilidad que efectivos policiales y de la Fuerza Armada resulten ejecutados es alta. Los enfrentamientos son sangrientos y además los guardianes del orden se encuentran en un estado de fragilidad cuando están de licencia, sin la protección que mantienen en las sedes policiales o en los cuarteles.
Ignorar esta realidad y asumir que el país mejorará refinanciando la deuda pública y aprobando una ley de responsabilidad fiscal, además de otras condiciones que impidan el despilfarro de dinero, no es justo, ni para los policías que recurrentemente arriesgan su vida, ni para los familiares de los que ya ofrendaron su existencia. Por esa razón es importante un pacto integral que vaya más allá de la simple solución coyuntural para evitar el impago. Se trata de asumir, como lo hicieron los firmantes en 1992, el liderazgo y la determinación para establecer las condiciones que activen la economía, permitan hacer frente a la inseguridad, generen empleo y establezcan los fundamentos mínimos de un Estado en los que se protege a los ciudadanos y a quienes integran las fuerzas de seguridad pública. A los primeros con educación y salud de calidad, con oportunidades laborales y con la posibilidad de emprender un negocio propio que dinamice su entorno y beneficie a quienes necesitan de un empleo. A los segundos con el equipo, la protección y los recursos financieros que les facilite el desempeño de sus funciones y tranquilice a su familia en caso de una lesión permanente o muerte del cabeza de familia. Además, una sólida formación ética junto a la remuneración adecuada, evita corrupción entre policías y soldados.
Seguir cubriendo estas demandas con contribuciones aisladas, como la de seguridad, sin contar con una solución integral en el marco de un proyecto de nación, nos impedirá resolver el problema y avanzar hacia la paz. A nuestros policías: gracias por su empeño y su valor.
*Columnista de El Diario de Hoy