¿Se vale todo en política?

Como “Se vale todo” los cargos públicos los llenan con figurones que viven del engaño y las apariencias, se venden como demócratas pero defienden y comulgan con el despotismo populista.

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11 November 2016

En el mundillo salvadoreño hay quienes creen que en política “se vale todo”, no sé si lo dicen para dar la impresión que son modernos, porque son amorales que no respetan ninguna norma civilizada, especialmente la legalidad y legitimidad, o quizá para explicar en forma eufemística la deplorable conducta de algunos políticos de moda.

¿Será que desean justificar la presencia de empíricos que causaron el descalabro económico del país, tramoyistas ajenos a todo tipo de talento con experiencia únicamente en tertulias de cafetín, burócratas que no merecen los sueldos que devengan (trabajan horas -nalga porque pasan sentados sin hacer nada) e individuos grises que padecen de una religiosa devoción por el dinero, la especulación y los negocios?

Como “se vale todo” los cargos públicos los llenan con figurones que viven del engaño y las apariencias, se venden como demócratas pero defienden y comulgan con el despotismo populista, personajes iletrados que confunden la justicia con la venganza y la firmeza de carácter con la mala crianza, atacan a la oligarquía de derecha pero hacen la vista gorda con la oligarquía de izquierda, pregonan la austeridad pero viven con lujos vergonzantes y utilizan grupos de fachada traídos y llevados, ataques cibernéticos e infundios para desacreditar a los opositores.

Si tuvieran razón los que piensan que en política “todo se vale” habría que considerar como normal y socialmente aceptable la guerra sucia en campaña electoral, el montaje de fotografías con el propósito de realizar “pornovenganzas”, prometer “Cambios” y “Reformas” que no conducen a nada, llevar a cabo propaganda mentirosa como la que hizo el expresidente Funes, negociar con criminales y subsidiar a los delincuentes, imponer por la fuerza el nombre de Monseñor Romero a la ex-Diego de Holguín, usurpar un carril de uso público para dedicarlo en forma exclusiva al Sitramss y defender funcionarios con indicios de presunto enriquecimiento ilícito.

En la actualidad observamos cada vez con más frecuencia a políticos que sustituyen los valores universales y buenas prácticas por los criterios de conveniencia o no conveniencia, es decir que todo lo valoran según la orientación ideológica de los involucrados, de ahí que no extraña que surjan seguidores, defensores, encubridores y hasta aliados de dictadores paranoicos, líderes de proyectos fracasados y calamitosos, nuevos ricos que reniegan informar sobre el origen de su fortuna que dilapidan sin escrúpulos, cabecillas pandilleros, lavadores de dinero y traficantes de armas, mafiosos internacionales con un nutrido prontuario policial, políticos que se aprovechan del cargo para realizar sus “movidas” y delincuentes vinculados con el narcoterrorismo.

Afortunadamente todavía existen políticos para quienes los valores tienen todavía vigencia en cualquier época y para cualquier situación y en ese sentido los electores tienen que abrir bien los ojos para distinguir los unos de los otros. Estar vivos en la jugada y desconfiar de los que hablan de democracia pero apoyan a dictadores corruptos y represivos, de combatir la impunidad pero protegen a expresidentes presuntamente corruptos, de los que se llenan la boca con la inclusión pero en la realidad practican la discriminación ideológica, de beneficiar a los ciudadanos pero apuñalan los bolsillos con más impuestos, finalmente, de promover la meritocracia pero defienden la mediocridad.

*Colaborador de El Diario de Hoy.