Las elecciones de Estados Unidos en primera persona

Frente al Hilton, las masas gritaban y vitoreaban a su nuevo presidente, con algún insulto contra Obama y Clinton. Olía a cerveza. ¿Era ese el sabor de la victoria?

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12 November 2016

Las elecciones en los Estados Unidos fueron, sin duda, uno de los eventos del año. Tuve la fortuna de poder vivirlas en primera persona, a través de un programa del Departamento de Estado en el que participaron más de 50 periodistas de todo el mundo. 

El solo hecho de convivir con comunicadores de diversos sitios (Costa Rica, México, Venezuela, Paraguay, Francia, Túnez, Indonesia, Myanmar, Burundi, Ghana, China, Filipinas, por mencionar algunos), le daba un primer valor al evento: el poder intercambiar percepciones sobre un proceso electoral diferente al de nuestros países, y buscar ángulos interesantes para enfocar nuestra cobertura e ir más allá de lo que el público podía encontrar en las agencias de noticias. 

En Miami conversé con salvadoreños, quienes, teniendo la ciudadanía estadounidense, me contaban por quién votarían. Ninguno estaba totalmente satisfecho con los candidatos. Los que apoyaban a Hillary Clinton, lo hacían por rechazo al discurso antimigrante de Donald Trump. Quienes querían a los republicanos, buscaban menos impuestos y evitar que llegara a la presidencia una persona que promueve cuestiones contrarias a sus principios y creencias, como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, etc. 

Las autoridades buscan facilitar a los ciudadanos que ejerzan su derecho, tomando en cuenta que las elecciones son un martes común y corriente, sin ningún tipo de feriado. En el condado de Miami-Dade, por ejemplo, se puede votar por correo, y no necesariamente por estar ausente. Si solicitas votar por este medio solo porque se te da marcar la papeleta en tu cama, pues está bien, hazlo. 

Lo mismo se intenta con la votación anticipada. En ese condado, tuvieron 30 localidades para votar anticipadamente, abiertas durante 12 horas por 14 días. Las personas escogen el que les queda mejor y pueden monitorear los tiempos de espera en cada centro.

Los procedimientos para identificar al votante son simples, aunque las reglas cambien de un estado a otro. En Miami, se pasa la licencia o la identificación por una máquina que agiliza todo el procedimiento. Y si alguien olvidó alguno de esos documentos, puede identificarse con su firma. En Nueva York ni siquiera son necesarias las identificaciones. Basta que firmes y que coincida con la firma que está en el registro. 

Ojalá algún día nuestras autoridades imiten estas buenas prácticas y faciliten a los salvadoreños ejercer el sufragio, especialmente a aquellos que se encuentran en el extranjero. 

Pasamos el día de las elecciones en Nueva York. Tomó gran importancia, no por ser un estado bisagra –suelen votar demócrata-, sino porque ambos candidatos tendrían su evento de cierre en la ciudad. 

Primero, asistí al Javits Center, donde los seguidores de Clinton esperaban los resultados. El moderno y amplio lugar contrastaba con el salón de hotel que escogió Donald Trump. ¿Acaso ella estaba tan segura de ganar y él de perder? Lo cierto es que los ánimos en el evento demócrata iban a menos. Conforme se conocían los resultados, se perdía la emoción que habían contagiado personalidades como Bill Di Blasio, alcalde de Nueva York, o Katy Perry. 

Al final de la noche, me moví hacia el evento de Trump. Frente al Hilton, las masas gritaban y vitoreaban a su nuevo presidente, incluyendo algún insulto contra Obama y Clinton. Olía a cerveza. ¿Era ese el sabor de la victoria?

Había latinoamericanos, afroamericanos, asiáticos y de otros países. A ellos, como ciudadanos estadounidenses, no les importaba el tono antinmigrante. Un hombre de origen judío me contó que votó por Trump porque acabaría con ISIS, una amenaza para Israel y Occidente. 

El último día, cuando pensábamos que todo iba cuesta abajo, nos topamos con una protesta contra el presidente electo, frente a la Trump Tower. Había muchos jóvenes, que apasionadamente gritaban que no reconocerían al magnate como su presidente. Este es un hecho casi inédito en Estados Unidos, al que habrá que prestarle mucha atención. 

*Periodista. 
jaime.oriani@eldiariodehoy.com