Los chinos temen que les suceda lo que a los soviéticos

Los crecientes controles han ya causado el éxodo de muchos empresarios chinos como a la vez han echado abajo negociaciones para adquirir bienes en el exterior.

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Por Mirna Navarrete

17 October 2017

Los dirigentes de China Continental, socialista pero sostenida por un sistema económico básicamente libre, temen que “la cola termine moviendo al perro” como sucede hasta el momento con Hong Kong, y la estructura política basada en el marxismo se derrumbe.

Y el fantasma que los persigue es el desplome de la Unión Soviética, que colapsó prácticamente de la noche a la mañana y cayó en manos de las decenas de miles de administradores de entidades estatales que son hoy en día los archirricos y billonarios rusos que van por el mundo invirtiendo y exhibiendo su opulencia.

Esta disyuntiva, “perecer o no perecer”, ha movido al grupo en el poder político de China, de acuerdo con el Wall Street Journal, a frenar el proceso e intentar controlar a los empresarios chinos. Pero el juego les ha colocado una brasa en las manos, pues hay centenares de millones de chinos cuyos empleos y bienestar dependen del capitalismo.

Por ahora el régimen, que sigue anclado en su ideología marxista como aquí en El Salvador, ha presentado un esquema contradictorio en sus partes, asegurando que “el capitalismo es necesario para construir el socialismo”, lo que lleva a tolerar a los productores pero forzándolos más y más a compartirle sus tecnologías e información, como obligan a las empresas foráneas que quieren entrar al mercado chino a revelar sus secretos.

Pero en esta clase de situación el problema de siempre es dónde se traza la raya, hasta qué punto pueden colocarse cargas sobre el camello sin romperle el espinazo, caer en una depresión económica y quedar expuestos a levantamientos populares.

Los crecientes controles han ya causado el éxodo de muchos empresarios chinos como a la vez han echado abajo negociaciones para adquirir bienes en el exterior; en un mundo que se integra rápidamente, los islotes de economías regimentadas o cerradas en sí mismas llevan las de perder. A su vez lo que acontece demuestra que los infectados por el virus quedan de por vida enfermos.

“¿Quién vigila a los vigilantes?

En las sociedades libres, vigila la gente

La serpiente en el paraíso que imagina la dirigencia china es la que aflige toda sociedad regimentada: a medida que la obsesión se acentúa, más y más requiere de estructuras de control y de vigilancia, lo que invariablemente conduce a burocracias que se multiplican por sí mismas y a corrupción.

Como lo señaló hace dos mil años el poeta Juvenal: ¿quién vigila a los vigilantes?

En las sociedades libres los ciudadanos se encargan de vigilar a los vigilantes y denunciarlos cuando sobrepasan sus funciones.

Pero por definición, al controlar más y más el flujo de información, controlar más y más la opinión de la gente, perseguir o censurar a los que se oponen —pues denunciar es en la mayoría de casos, “oponerse”— rápidamente esos cabecillas se empantanan, se enredan en sus propias redes, pues como se advierte desde siempre, “no hay mujeres semi-embarazadas”: es cosa de tiempo para que den a luz una dictadura a lo Mao, el de los sesenta millones de muertos, o un pueblo logre finalmente emanciparse, lo que deja al resto del mundo de espectadores sentados en sus butacas.