Mi mejor amigo Chino

Estar consciente de no saber es el principio para la sabiduría. Una frase de Lao Tzu que caza con la anterior es la siguiente “El que sabe no habla. El que habla (mucho) no sabe”.

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18 November 2016

Hace más o menos 2,500 años, como muchos saben, existió en China un sabio llamado Lao Tzu o Lao Tse. Había ejercido la mayor parte de su vida, de acuerdo con la tradición más aceptada, como archivero del reino de la dinastía Zhou. Ya retirado de su trabajo a los 84 años, escribió un libro llamado Tao Te Ching (o Tao Te King). Se trata en realidad de una colección de 81 breves composiciones, poemas o proverbios, que encierran los fundamentos del Taoismo.

 Me topé con este librito hace ya muchos años y desde entonces lo he leído decenas de veces en diferentes momentos de mi vida. Siempre me deja una enseñanza nueva y varias preguntas de las que aún no encuentro respuestas. Por haber sido escrito en chino antiguo, existen diversas traducciones que a veces difieren bastantes entre si.

 Mi traducción favorita es la de William Scott Wilson. El Tao Te Ching es después de la Biblia el libro más traducido de la historia. A mi manera de entender Lao Tzu no pretendió en ningún momento escribir un texto sagrado o fundar alguna religión. Sin embargo, a partir de este librito, surgió el taoísmo, que para muchos en occidente es considerado una religión.

 Para mi no es un texto sagrado. Se trata de un compendio de consideraciones y consejos en dos direcciones. La primera apunta a cómo vivir una vida plena y feliz, basada en la sencillez, la humildad, la búsqueda de la sabiduría, la actitud íntegra y el servicio a los demás. La segunda parte está dirigida a los gobernantes. El impacto que el Tao Te Ching ha tenido en la filosofía China e incluso universal es sorprendente.

 El Tao, que algunos traducen como “El Camino”, tengo que decirlo, me ha llevado a tomar decisiones trascendentales y radicales que me han ayudado a mejorar en muchos aspectos la calidad de mi vida. Podría decir que el Nuevo Testamento en primerísimo lugar, sobre todo los evangelios, y más particularmente “El Sermón de la Montaña” y el Tao Te Ching son las lecturas que más me han influido.

 Lo único que lamento es no haber seguido esas enseñanzas en los primeros años de mi vida. Seguramente me hubiera ahorrado un montón de problemas. A veces la lectura del Tao Te Ching no es fácil. Hay párrafos bastante complicados de entender para nuestra mente occidental tan fundamentada en las palabras y los conceptos y no en la experiencia directa.

 Hay una perlas extraídas del Tao que deseo compartir con ustedes. “El que domina a otros es fuerte. El que se domina a sí mismo es poderoso”. En realidad no hay mayor triunfo que dominar las propias pasiones, las malas reacciones. Cuando uno sabe controlarse y derrotar sus propios demonios la paz interna llega como “la abeja al panal”. 

“Saber y reconocer que no se sabe es humildad. Presumir que uno sabe lo que no sabe es una enfermedad” Algo muy similar dijo Sócrates por esos mismos tiempos solo que en Atenas “Solo sé que no se nada”. Estar consciente de no saber es el principio para la sabiduría. Una frase de Lao Tzu que caza con la anterior es la siguiente “El que sabe no habla. El que habla (mucho) no sabe”.

“Los que saben no son pedantes. Los pedantes no saben” ¿A cuantos pedantes conoce usted? Ellos no saben nada. Y así como estas consideraciones hay unas de mayor profundidad que motivan a reflexionar sobre el verdadero sentido de la vida y de la muerte. 

 Para los gobernantes Lao Tzu dijo, entre otras muchas consideraciones, algo que nunca pierde vigencia; atención pues “Cuando en los gobiernos no hay rastros de honradez, los campos se llenan de malas hierbas. Los graneros y almacenes están vacíos del todo. Ellos (los gobernantes) andan con ropajes de hermosos bordados. Se cuelgan afiladas espadas al cinto. Comen y beben de manera insaciable y tienen gran abundancia de objetos valiosos y de dinero. A esto se le llama “La Grandeza de los ladrones”. No es ni mucho menos el camino”.

 Para los que quieran repasar este último texto de tan grande actualidad es el verso 53 del Tao Te Ching, escrito hace 2,500 años.

    
* Columnista de El Diario de Hoy